Secciones
Servicios
Destacamos
Allá por 2020, el entonces vicepresidente Pablo Iglesias, en el máximo esplendor de su poder y de su arrogancia, auguró públicamente que la derecha nunca volvería al Consejo de Ministros de España. Aquel pronunciamiento excluyente provocó un escalofrío a muchos ciudadanos que defienden la Constitución ... y sus pilares, la monarquía parlamentaria, la unidad territorial, la alternancia en el poder, que creen en el régimen de libertades, de convivencia y de progreso que España ha disfrutado durante cuatro décadas largas. Pues bien, tres años después el 'gurú' Iglesias ha demostrado que su pronóstico no estaba mal encaminado, al menos de momento. Pedro Sánchez obró el milagro de una dulce derrota y hundió a Alberto Núñez Feijóo y al PP en la victoria más amarga de su historia. En un escenario endiablado, la investidura de Sánchez es viable, pero difícil, la de Feijóo no se vislumbra, y el bloqueo político es una posibilidad cierta.
La verdad es que Pedro Sánchez y su Gobierno de coalición social-comunista han hecho cuanto han podido para que la profecía de Iglesias se cumpliese, incluidos la voladura de la separación de poderes y los pactos con los enemigos de la Constitución y la unidad de España, como ERC y Bildu. Lo que hiciera falta para mantenerse en el poder: colonizar la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Constitucional, indultar a los condenados del 'procés' y reformar el Código Penal a su medida. Hasta la Ley de Memoria Democrática fue aprobada en los términos impuestos por los herederos de ETA.
Aparentemente, Sánchez y el PSOE llegaban muy desgastados a las generales después del varapalo sufrido en las autonómicas y municipales del 28 de mayo. No era posible un cambio de tendencia tan pronto, decían todos, excepto Sánchez y su grey que aireaban una remontada vertiginosa frente a un PP desfondado.
Daban las ocho de la tarde, cerraban las urnas, y los sondeos trompeteaban unánimes la victoria del PP, unas más que otras pero todas holgadas, hasta que el escrutinio invitó a peregrinar hasta el CIS para pedirle perdón al denostado Tezanos.
¿Qué pasó? Pues que Sánchez es un adversario formidable, que el PSOE robó votos a todos sus aliados, excepto Bildu, y que los pactos del PP con Vox pasaron factura a Feijóo. La fuerza y la movilización del PP ha sido sobrevalorada, también en Cantabria, donde empató con el PSOE y Vox le birló un escaño.
Sánchez y los socialistas que lo aclamaron anoche confían en gobernar, con el Sumar de Yolanda Díaz, feliz pese al bajonazo, y todos los socios que pueda captar, incluido Puigdemont, al coste que sea necesario. También quiere gobernar Feijóo, porque es el candidato más votado, aunque su liderazgo se tambalea. Nadie lo hubiera pensado ayer por la mañana. La decepción ha sido inmensa. En fin, o sale adelante otro 'Gobierno Franskentein' o se viene el bloqueo político y unas nuevas elecciones. Los dos escenarios resultan desmoralizantes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.