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La sucesión de Revilla iba a ser un proceso ordenado, en calma y bajo control, presidido por un saludable consenso en la búsqueda de un único candidato con el respaldo de todos que el delicado asunto requiere, pero el escenario regionalista evoca por momentos el ... camarote de los hermanos Marx. Tras el desastre electoral de mayo de 2023 urgía el relevo de Revilla. Luego no había tanta prisa y el procedimiento podría demorarse hasta el ecuador de la legislatura. A continuación se cultivó la opción de que el histórico fundador del partido continuase como secretario general con un nuevo candidato en los comicios autonómicos. Y ahora se descubre que Guillermo Blanco se estaba trabajando con sigilo su candidatura al liderazgo del regionalismo, lo que ha provocado un clamor municipal generalizado que alcanza a Revilla, a quien ubican tras la maniobra de su hombre de confianza. El consenso parece difícilmente recuperable en el PRC, que ya tiene lo que no quería: una pugna interna como las que han hecho tanto daño a los otros dos grandes partidos, PP y PSOE.
Cuando la debacle del PRC en las urnas de 2023 planteó el inevitable día después de Revilla, Blanco hizo saber que no sería protagonista en el proceso sucesor, que se conformaba con un buen trato por parte de quien tomase el mando, pero hace ya meses que reconsideró su posición, animado desde las altas instancias del regionalismo a intentar el asalto.
Coincidió el replanteamiento de Blanco con una cierta percepción de que Javier López Marcano, eterno delfín de Revilla, podía dar un paso hacia el costado en favor de un dirigente más joven. Bien podría ser su hijo, Javier López Estrada, alcalde de Torrelavega, el cargo más lucido del partido en la actualidad, aunque también se valoraba el hecho de que el regidor torrelaveguense todavía no ha estado en el Gobierno regional, como si fuese una condición no indispensable pero sí importante para dar el salto al mando regionalista en la política autonómica.
Guillermo Blanco sí ha estado en el Ejecutivo de Cantabria. Después de su larga etapa como jefe de gabinete y hombre de confianza de Revilla en lo político y en lo personal, éste le permitió volar más alto como consejero de Desarrollo Rural y Medio Ambiente en la legislatura 2019/2023. No faltaron dudas sobre la capacidad de Blanco, pero lo cierto es que el dirigente regionalista creció políticamente en su etapa gubernamental en la que le tocaron asuntos difíciles como la protección integral del lobo, las ayudas de la PAC, etc. La mejor prueba es que en el PP de la Cantabria rural se valoraba bien su desempeño. Ya en la oposición, Blanco no se ha perdido romería o feria ganadera para mantener el contacto con su clientela.
Dentro y fuera del regionalismo nadie cree verosímil que Blanco no haya contado con el visto bueno, cuando no el empujón, de su jefe y amigo de tantos años, Revilla, para presentar sus credenciales como aspirante a la sucesión. Por lo demás, ningún candidato sería tan considerado en el futuro con el histórico fundador ni tan receptivo a su influencia.
De ahí la protesta contundente surgida en la trama municipal del PRC contra Blanco, y, sobre todo, contra Revilla, que hace tambalear el hiperliderazgo del fundador del partido. No es la primera vez, sucedió también cuando le obligaron a negociar con el PP tras el desastre electoral. Revilla echó ayer balones fuera, restó importancia a la crisis y negó su patrocinio a la candidatura de Blanco, pero habrá que ver si sus explicaciones resultan suficientes y creíbles para la ejecutiva y la militancia.
Ahora que el PRC se encuentra en la fría oposición autonómica, su fuerza principal está en los municipios, que serán determinantes en la sucesión de Revilla. Todas las comarcas cuentan, naturalmente, pero ninguna tanto como Torrelavega, sede de la agrupación más potente, con más de 1.200 afiliados que siempre acreditan un alto grado de movilización. Como saben los regionalistas curtidos, es muy difícil ganar una apuesta tan importante como la que está en juego en el PRC sin el aval torrelaveguense, el feudo de los Marcano, el padre jefe orgánico y el hijo alcalde. El primero llama a la calma y confirma que en su momento Torrelavega hará valer su fuerza en el regionalismo para la negociación del candidato autonómico y/o del secretario general.
Blanco tiene todo el derecho a impulsar su carrera política, pero las formas pueden dinamitar su idea de ser el único pretendiente de consenso. Está por ver qué pasa con su candidatura, si sigue adelante o si encuentra competencia en alguno de los Marcano, en Paula Fernández, que también tiene apoyos en el aparato, en el sector más afín al difunto Rafael de la Sierra y en el ámbito municipal, o en alguno de los potentes alcaldes regionalistas. En todo caso, el desbarajuste de estos días arruina el objetivo tantas veces enunciado por el PRC de buscar entre todos y sin ruido un candidato de consenso para abanderar al partido cuando toca enfrentar un desafío crítico como el de las elecciones de 2027.
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