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Cuanto más tiempo pasa, más confusión se percibe en el regionalismo sobre el futuro del partido y de su histórico fundador y líder eterno, Miguel Ángel Revilla, empeñado en dar la razón a todos los malpensados que no le han creído cuando aseguraba que se ... iba a retirar de la política. Es un cambio de opinión progresivo: un día dice que se mantendrá vigilante de lo que suceda en el PRC, la gran obra de su vida; otro día especula con que a lo mejor el partido le hace un hueco en la Ejecutiva del futuro y luego confirma en El Diario Montañés que podría mantenerse al frente del PRC, con otro dirigente como candidato electoral… O sea, la bicefalia que anticipaba esta columna a principios de octubre y que el regionalismo ya interioriza, con diversos grados de desconcierto y de entusiasmo.
Las elecciones autonómicas de 2023 dictaron una sentencia principal, entre otras subordinadas: el tiempo político de Revilla se había agotado. En realidad, ya se conocía algún sondeo anterior en el que tres de cada cuatro cántabros daban al líder regionalista por amortizado, pero el partido prefirió encomendarse a la encuesta propia que le pronosticaba un nuevo triunfo siempre que Revilla se mantuviera en el cartel.
El fracaso electoral, mucho más contundente de lo esperado, sugería al PRC y a Revilla asumir la dolorosa realidad y acometer una rápida y drástica sucesión, para que toda la potencia del partido supliera a un Revilla insustituible, como proponía el difunto Rafael de la Sierra. Pero también había diversas maneras de desoír el mensaje de las urnas: desde confiar en que Revilla volvería en 2027 en plena forma y sin escándalos como los trenes que no cabían en los túneles o la trama de corrupción en Obras Públicas, desatados en las semanas anteriores a los últimos comicios, para así ganar otra vez al PP y volver al Gobierno, hasta optar por una fórmula intermedia: Revilla se va, pero se queda al mando del partido y se busca un nuevo abanderado electoral. Esa es la idea que ahora se maneja, la que Revilla deja caer y otros no comparten, pero de momento solo critican en privado.
No está nada claro si es un plan meditado, si es la voluntad de Revilla o es el vértigo, realmente existente, de perder al gran líder y ser de nuevo un partido minoritario. Ciertamente, la factura de la retirada de Revilla está todavía sin pagar por el PRC en términos políticos y electorales. Con el líder de siempre o sin él, quién sabe hasta dónde pueden bajar los ocho diputados y la treintena de alcaldes actuales
Pero si el PRC finalmente implanta la bicefalia, no tardará mucho en instalarse en el debate político de Cantabria la idea humillante de que el candidato/a electoral del PRC es una marioneta de Revilla. ¿Todos los supuestos aspirantes de los que se ha hablado en el último año y medio, Javier López Marcano, Paula Fernández, algún 'tapado' de emergencia, estarán dispuestos a serlo en esa condición de subalterno? ¿Incluso sin libertad para elegir equipo, construir su discurso o pactar alianzas? Bueno, siempre habrá alguien dispuesto a ser el candidato tutelado al estilo peneuvista. Luego llegará el momento de repartir las cuotas de éxito o de fracaso de la operación.
El regionalismo aguarda a que el devenir del partido y el destino orgánico del líder se aclare, sin mucha prisa, a lo largo de 2025, a la expectativa de que Revilla concrete algo más los planes en la comida de Navidad de diciembre. O sea, como el año pasado, cuando finalmente solo comunicó que había tiempo de sobra para la sucesión. Y sí, parece que lo que sobra es tiempo.
Mientras tanto, la cúpula del PRC ha de atender los asuntos del día a día. Por ejemplo, pactar los Presupuestos de 2025 con el Gobierno popular en otra negociación 'exprés' como la del ejercicio pasado. Una cosa es criticar con no poca dureza la gestión de la sanidad, la ganadería y la industria, como vienen haciendo los regionalistas, y otra acreditar la flexibilidad suficiente para acordar los asuntos importantes con el PP, cuidar a sus alcaldes que esperan siempre el maná de Puertochico y mirar por el futuro. El PRC es, lo reafirma siempre, un partido de Gobierno y quiere volver a serlo cuando sea posible, en esta legislatura o en la próxima. Eso hoy parece más fácil con el PP que con su tradicional aliado socialista, pero nunca se sabe porque los vientos electorales casi siempre soplan inciertos. De momento, el PRC ya prepara el próximo desafío electoral, incluso con apoyo de 'coaching' profesional para dirigentes y eventuales candidatos. Bueno, si se trata de transmitir conocimiento y experiencia, nadie mejor que el jefe Revilla.
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