Ni sacar pecho, ni flagelarse

Pablo Zuloaga quiso sacar pecho con los resultados obtenidos por el PSOE cántabro y dar un mensaje de ánimo al electorado; es decir, lo que supuestamente toca hacer la noche electoral y ahí parece ser que nos hemos quedado.

Pero hechas esas declaraciones, se hace necesario un análisis tranquilo, singular y constructivo, del cómo y el porqué de estos resultados, estudiando los datos y las series históricas. Es decir, el «análisis concreto de la realidad concreta» que defendía un tal Carlos Marx, o el «lo que es medible, no es cuestionable» que esgrime Pablo Zuloaga con mucha frecuencia.

No es cuestionable porque es medible, que el resultado obtenido por el PSOE de Cantabria, en las elecciones del pasado 9 de junio, es el segundo peor resultado obtenido en unas elecciones europeas en 20 años.

Que el Partido Popular le ha sacado 30.000 votos de diferencia y un 12 %, en términos relativos al PSOE, la mayor diferencia en los últimos 20 años en unas elecciones europeas.

Que el PSOE de Cantabria ha perdido 38.000 votos y ha caído 6,5 puntos porcentuales con respecto a las elecciones europeas de 2019.

Y que el pasado 9 de junio el PSOE solo ganó en 12 municipios de 102, mientras que el Partido Popular ganó en 90 ayuntamientos de Cantabria.

Estos datos indican que el PSOE no ha podido, ni sabido, retener el apoyo que los votantes del PRC le habían dado en las europeas de 2019; que ahora, el 9J, han votado mayoritariamente al PP o se han quedado en casa. El PSOE tampoco ha logrado captar parte de los 41.000 votos que ha perdido Ciudadanos que se han ido al PP y a la abstención. Sin embargo, el PSOE cántabro sí ha podido recoger parte de los 11.000 votos perdidos por Podemos y el conglomerado de Sumar.

Es decir, el PP suma votos a costa del PRC y Ciudadanos y eso le permite paliar los casi 15.000 votos que pierde a favor de la extrema derecha. Y el PSOE pierde mayoritariamente el apoyo del votante del PRC y suma parte de los votos que pierden los partidos que se sitúan a su izquierda.

Hecho este acercamiento a los datos de las europeas, la pregunta que cabe hacerse es si este es un resultado puntual. La contestación es no.

Los resultados de las europeas siguen una tendencia iniciada en las elecciones generales de 2023. Hace casi un año el voto regionalista, que tradicionalmente votaba al PSOE en elecciones generales, inició un cambio y optó por repartirse entre PP y PSOE. Ese cambio se ha consolidado y el votante del PRC ha dado mayoritariamente su voto al PP. Otro dato: el 23J el PP sacó el 42,72 % de los votos y el PSOE el 31,01 %, porcentaje similares a los obtenidos en estas europeas, 42 % para los populares y 33 % para socialistas.

Hasta aquí los datos que deberían de ser escrutados y analizados con seriedad y autocrítica. Las europeas son elecciones en las que los factores exógenos influyen tanto o más que los endógenos: elecciones que los electores utilizan para dar un voto de castigo al partido gobernante; ambiente de crispación generalizado en el que no se reconoce la legitimidad del Gobierno de España; una candidata, Teresa Ribera, puesta en cuestión en nuestra región por diferentes sectores sociales y partidos políticos, por la inclusión del lobo en el LESPRE; un dirigente regionalista, diputado y ex consejero que en un articulo de opinión publicado en este periódico incita a no votar al PSOE; una campaña electoral inexistente…

Estas pueden ser algunas causas de los resultados que el PSOE obtuvo en Cantabria el pasado 9 de junio. Por las exógenas no nos podemos flagelar, por las endógenas no podemos sacar pecho. Los resultados no son buenos, y reconocerlo ayudaría a afrontar el futuro con más garantías sabiendo diferenciar las causas coyunturales de las estructurales.