Borrar

Aguas públicas y privadas

El Estado pone en manos privadas mi espacio público

José Juanco

Santander

Jueves, 16 de febrero 2023, 07:14

Estación de Chamartin,13.13 horas. Espero la salida de mi tren destino Santander. Cruzo los dedos. Espero con la esperanza de que llegue puntual a su destino y no quede varado por el camino. Y me consuelo: «Al menos los trenes públicos de Renfe ... caben en los túneles públicos de Adif». Pero enseguida mi ansiedad se centra en lo más inmediato porque antes de subir al tren tengo que pasar por el servicio y comprar una botella de agua. En la entrada de los baños hay una información solemne y desconcertante: «ASEOS Chamartín. En ONE HUNDRED creemos que las visitas al aseo deberían ser de 5 minutos de bienestar. Un momento para relajarse y recuperarse en un entorno seguro. Disfruta de tu momento de descanso». Lo único que entiendo, unos segundos después, es que hay que pagar un euro. Cuando salgo el cartel sigue ahí, silente y misterioso. Y me pregunto: ¿qué es o quiénes son esos 'One Hundred'? ¿Por qué me hablan de bienestar y me lo acotan a 5 minutos? ¿Por qué tengo que relajarme y de qué tengo que recuperarme? Y me doy cuenta de que toda esa morralla de texto es para justificar que me cobran un euro por miccionar y/o lavarme las manos. Y sin querer, empiezo a sospechar y a hilar una trama sobre quién hay detrás, qué pretenden los 'One Hundred'. Y me imagino un túnel oscuro y evidentemente demasiado estrecho que desemboca en un mundo distópico y chapucero. Refreno mi delirio literario y me centro en buscar el agua y pronto encuentro una máquina expendedora: un botellín, 1,50 euros. Y cuando doy el primer trago mi cerebro se aclara y me pregunta: ¿qué haces bebiendo agua embotellada si lo odias? Y respondo que se me olvidó beber en el cuarto de baño de los 'One Hundred'. Y digo tímidamente que en realidad «tampoco tengo tanta sed», pero doy un segundo trago. Y es cuando me asalta una pregunta con resonancia metafísica: ¿dónde estoy? Y me digo: estoy en la estación de Chamartin que pertenece a ADIF, que es una empresa del Estado que gestiona el espacio público, es decir, 'mi' espacio público. Y es 'mi' Estado el que me obliga a pagar por beber agua y por expulsar mis aguas. Y me parece bien que se venda agua de marca embotellada y hasta que haya baños privados que te cobren por usarlos, pero sólo a condición de que también pueda beber agua pública y miccionar y defecar 'públicamente' si me da mi pública gana. Y que pueda estar más de cinco minutos aunque no me prometan ni bienestar, ni relajación, ni que me chantajeen con unos mínimos de limpieza y seguridad que todo nuestro espacio público, más de este tipo, debería tener. Y me parece especialmente mal cuando 'nuestro' Estado obliga a los bares y restaurantes privados a que sirvan gratis agua del grifo. Y, por acabar, me parece muy mal que 'mi' Estado haga negocio con el uso de mis aguas cuando se trata de saciar las necesidades básicas ya mencionadas… Y en mi arrebato metafísico y desesperado le grito a 'mi' Estado que somos agua y le recuerdo que ya lo dijo Bruce Lee: «Be water my friend», a ver si a él le hacen más caso.Y en mi pequeño pero metafísico cabreo escucho la voz de un Estado cada vez más distópico y estrafalario que desde el final de un túnel oscuro y demasiado estrecho me responde siniestramente en un pulcro y relamido inglés: «Pay your water, my friend». Es entonces cuando caigo en la cuenta de que es la voz del jefe de la banda de los 'One Hundred', una organización que controla y hace negocio con los baños privados en 'nuestro' espacio público. Y a riesgo de perder mi tren, decido volver a los baños, pago otro euro y siguiendo las indicaciones de los 'One Hundred', esta vez sí, me relajo y disfruto durante más de cinco minutos 'haciéndolo' tranquilamente sobre nuestro Estado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Aguas públicas y privadas