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Hasta hace unos días no caí en la cuenta de la semejanza etimológica de estas dos palabras. Y aunque la etimología no es la panacea de la semántica, sí que nos habla de la 'genética' entre unas palabras y otras. En este caso, el parentesco ... directo entre amnesia y amnistía salta a la vista, puesto que ambas tienen la misma raíz griega: 'a' (= sin, carencia de…) 'mnesia' (= memoria); es decir, olvido, sin recuerdo, no memoria… Hasta aquí la etimología, vayamos ahora con la historia.
Érase una vez, por ejemplo, el 28 de septiembre de 2016 cuando en el noreste de la península ibérica un tal Puigdemont (etimológicamente 'puig': elevación, y 'de mont': del monte, o sea, el 'elevado en su monte') anunció en el Parlamento de Cataluña aquello de «referéndum o referéndum». Aquel «referéndum o referéndum» se acabó celebrando un año más tarde: el 1 de octubre de 2017. Y es que, como acabamos de ver, Puigdemont ha sido siempre muy de redundancias, muy de erre que erre, hasta que su terquedad y la 'fluidez' de Sánchez han conseguido traernos a todos hasta donde hoy estamos. La historia del momento presente, congelada para los ciudadanos durante los encierros negociadores de Junts-PSOE, ya es historia del presente que vamos conociendo o suponiendo cada día, y su desenlace final no hay etimólogo, politólogo, o mejor, futurólogo que sea capaz de vislumbrarla. Entre tanto, Puigdemont y Sánchez han impuesto su estrategia de hechos consumados y el que venga detrás que arree. Ya lo justificó solemnemente el segundo: «Hacer de la necesidad virtud».
Quien no lo entienda es que no quiere entenderlo o que es un malpensado: ¿cómo puede haber todavía alguien que piense que la 'virtud' aludida es principalmente el beneficio político, jurídico, penal y personal de y para Puigdemont y que para Sánchez es simplemente la presidencia del Gobierno?, ¿cómo puede haber alguien aún que no se dé cuenta de que la esencia de esta amnistía consiste precisamente en una cesión dolorosa pero necesaria para conseguir un bien mayor? ¿Estamos tontos o qué nos pasa?
Es verdad que para tragarse la amnistía hace falta un poco de amnesia, es decir, un poco de falta de memoria, o mejor, de mucha amnesia, de borrar nuestra memoria reciente sobre Cataluña antes de que se nos solidifique. ¿Qué fue de aquellas imágenes de miles y miles de catalanes invadiendo durante días y noches Barcelona, rompiendo escaparates, quemando contenedores, agrediendo salvajemente a la policía…? ¿Y de aquellos días en los que empresas y bancos abandonaban Cataluña? ¿Y qué fue de aquella imagen del 10 de octubre en el Parlamento de Cataluña con Puigdemont declarando y suspendiendo la independencia de Cataluña en menos de un minuto? ¿O la de 17 días después cuando se volvió a declarar la independencia unilateral con el apoyo de la CUP? Ahora mismo me pregunto si todo aquello pasó de verdad o fueron solo imágenes dispersas de una pesadilla.
Y es que aún hay gente que no quiere enterarse de que amnistía es lo mismo que amnesia. ¿Cómo puede haber todavía gente que no acepte que aquello que pasó en realidad no pasó, por mucho que una canción hubiera dicho poco antes aquello de «lo que pasó, pasó»?
Dejémonos ya, por favor, de cancioncitas bailonas, que la amnistía no solo consiste en perdonar las penas sino sencillamente en borrar la existencia de algo que sucedió ¡Qué digo borrar!, no sólo borrar la historia sino comenzar a escribir encima una nueva realidad histórica porque la anterior era 'muy sesgada y españolista' y además 'la política estaba muy judicializada'... Y es que hay veces que la mejor forma de borrar es suplantar una cosa por otra porque el borrado siempre puede dejar alguna huella, algún pequeño rastro de quien la borra, como pasa con el tipp-ex o con el borrón y cuenta nueva. Por tanto, ahora lo que nos proponen es pasar página, que ésta ya la escribo yo, y verás qué bien me queda. Y si con el tiempo no sale tan bien como pensábamos, pues diremos que en realidad la escribimos entre todos, que es lo bueno que tiene esta nuestra democracia.
Se trata, por tanto, de acudir a un momento de la historia reciente y reescribir en ese lugar de la historia otra historia, reescribirlo desde o de la nada, 'ex nihilo', como se dice que Dios creo el mundo. Y tenemos que reconocer que esto nos mola, porque todos los ciudadanos demócratas de nuestra democracia nos podemos sentir, por fin, autores, protagonistas, creadores, historiadores y, por supuesto, escritores no sólo de nuestro presente sino incluso de parte de nuestro pasado reciente. Por tanto, bienvenida la amnistía y la amnesia, y si hay alguien que se resista a no ver la bondad y trascendencia de este paso histórico sobre nuestro pasado, presente y futuro que estamos escribiendo todos democráticamente, si hay alguien que se sienta un poco molesto, aunque sea solo un poco, que por favor pida un poco más de anestesia (an=sin, aisthesis=sentir) para que su amnesia se complete felizmente, sin sufrimiento, y ya verá cómo empieza a ver con otros ojos esta nuestra, suya, amnistía.
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