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Querida Yolanda: Tan pronto me llegó la noticia de tu renuncia, decidí apartarme del mundo y tomarme unos días de reflexión. Necesitaba estar a solas, ... aclarar mi mente y, sobre todo, entender una frase que me resultó enigmática: «Siento que no he hecho las cosas que tenía que hacer y las cosas que mejor sé hacer». Por más que pienso en ella sigo sin comprenderla y por eso he decidido poner mis pensamientos en una carta, siguiendo el ejemplo de nuestro querido y admirado Pedro.
En realidad, tu frase son dos frases. En la primera dices que sientes que no has hecho cosas que tenías que hacer. Yo te diría, Yolanda, que no te preocupes porque en los asuntos importantes es mejor no hacer algo que hacerlo mal, véase, por ejemplo, la ley del 'sólo sí es sí' de tu 'ex' Irene. Si, por otro lado, con esa frase te refieres a que no has hecho cosas que habías prometido, tampoco te agobies. Los ciudadanos ya estamos acostumbrados a eso con los políticos.
Más enigmática me resulta la segunda frase, cuando dices no haber hecho las cosas que mejor sabes hacer. He pasado varias horas cavilando sobre qué cosas serán esas. He analizado minuciosamente tu 'personaje político' y repasado mi artículo publicado en este mismo Diario donde hablé de tu magnífica y eterna sonrisa y en el que afirmaba que eras semiótica, es decir, pura comunicación tal y como es hoy la política… Entonces representabas ya la 'izquierda agradable' frente a tus 'compañeras' de Podemos siempre más ásperas, grises y enfadadas que tú, siempre con el 'no y no…', restándose a sí mismas, y tú ya estabas con tu 'sí y sí…', sumando hasta Sumar y tu proceso de 'escucha', pelín cursi, pero tan abierto y democrático. Postmoderna, empatiquísima, repartiendo abrazos y besos a todo quisque, moldeando tu melena según los escenarios… hasta tu última gran teatralización, el momento de tu renuncia. Traje blanco, pelo recogido con leve mechón de pelo sobre la cara, ojillos chispeantes, sonrisa contenida casi hasta el final… Fue en ese momento cuando caí en la cuenta de que tu enigmática frase no significaba nada y que todo era fruto, otra vez, de tu deliciosa ambigüedad. Entendí entonces que tu 'performance' ocultaba una estrategia muy simple y decidida: aparentar que tu fracaso en las elecciones europeas y tu ética tan personal te 'obligaban' a abandonar Sumar. Pero, Yolanda, una no puede irse de un lugar que ya no existía, o como has anunciado después, una no puede irse y quedarse a la vez. Te has ido con Pedro tras haber reunido a las izquierdas para ablandarlas y despiezarlas y que así muchos votos se fueran hacia él. Ese era tu plan (¿también el suyo?) Sabes que estarás hasta que le sobres, pero entretanto tú vivirás mejor que una ministra mostrándonos a todos la mejor de tus sonrisas.
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Ana del Castillo
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