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No lo conseguí para Navidad y en el momento en que escribo este artículo no sé si lo conseguiré para el día de Reyes, aunque me temo lo peor. Lo sigo buscando con ahínco, pero sin éxito de momento y veo cómo el tiempo se ... me acaba. Mis últimas búsquedas me dicen que el 00000 está prácticamente agotado también para el sorteo de El Niño. No deja de sorprenderme porque pensaba que sería un número repudiado o, cuando menos, antipático para la mayoría de los jugadores.
Yo lo elegí porque un número compuesto de cinco ceros me parecía un número muy extraño. Ya el cero solitario lo es porque expresa el vacío, la «nada». Es tan extraño que en Europa no llegó hasta el siglo XIII procedente de la tradición hindú y a través de la notación indoarábiga. Hoy se admite que la creación del «cero» supuso, sin embargo, un gran adelanto para el desarrollo de las matemáticas. Pensar en el cero como un número entero igual que el 1, el 2, el 3… requiere un cierto grado de abstracción que los niños, por ejemplo, no alcanzan hasta los 4 años. Grandes matemáticos occidentales, entre ellos Pitágoras, no lo reconocieron, quizás porque los griegos no podían imaginar que la nada fuera «algo». Lo mismo que me pasaba a mí cuando de pequeños nos hablaban en el colegio de un «conjunto vacío». Además, Pitágoras y los suyos practicaban la numerología como muchos de nosotros estos días cuando hablamos de números feos o bonitos, o cuando les atribuimos ciertas propiedades, coincidencias, fuerzas o relaciones ocultas con las cosas, incluso con nuestro destino.
Hay también quienes en vez de la numerología han querido usar –cómo no– la Inteligencia Artificial que, a través del estudio de patrones de los números premiados, ha resuelto tan panchamente que este año el premio gordo de El Niño será el 50.125, cuando todos sabemos que cualquier combinación tiene exactamente las mismas probabilidades de salir. Todos lo sabemos, pero entonces ¿por qué me parece más probable que toque el 00000 cuando pienso que no habré sido capaz de encontrar el décimo maldito que llevo días buscando? Y si no soy ni fetichista ni supersticioso ¿por qué creo que escribir sobre un número me produce temor y malestar? ¿por qué no quiero ni imaginarme siquiera a los niños de San Ildefonso cantando mi «ceeeeeéeero» junto al 20 millones de eeeeeuros que reparte el primer premio? Y si no soy creyente ¿por qué pienso entonces que acabaré rezando para que no salga el lunes el 00000?
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