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Hace ya unas semanas el Gobierno volvió a hablar del Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2022-2025 que incluirá nuevas prohibiciones para los fumadores: terrazas, playas, mi coche, mi casa… Cualquier fumador como yo, empedernido y pesimista, sabe que nuestros días están ... contados y que fumar contra el viento te acaba echando el humo en la cara. Sabemos, por tanto, que solo nos cabe aguantar estoicamente este nuevo puritanismo progresista que adora a un nuevo dios: la salud eterna.
No pienso defenderme, por tanto, con argumentos tan peregrinos y vulgares como que un fumador como yo, de más de un paquete diario, proporciona al Estado, vía impuestos, más de 1.500 euros al año. Ni que los fumadores diarios en España mayores de 15 años representamos todavía un 20% de la población. Este tipo de argumentos resultan despreciables tanto para la mayoría de nuestros políticos como para una parte creciente de nuestros compatriotas. Proscritos y acorralados, nos sentimos solos. Pero nuestra soledad no es la soledad del manager ni la del rey que tienen que ver con la acumulación del éxito o el poder. Al contrario, nuestra soledad es más humilde y ensimismada. Enraizada en la nostalgia recuerda al romanticismo trágico (el individuo solo frente al abismo) o a la novela 'La soledad de los números primos', en la que se narra la extraña amistad entre dos solitarios. Y es que la soledad, como el fumar, siempre han sido muy literarios. Ya en 'La soledad del corredor de fondo' se nos contaba la soledad social y metafísica de Colin, un joven en un reformatorio inglés. A mi me gusta pensar también en la soledad del guardameta y, por supuesto, en Gary Cooper en 'Solo ante el peligro', aunque no sé si fumaba pero seguro que se echaba algún pitillo a escondidas, como hacía Ábalos cuando era ministro y seguirá haciendo ahora en su soledad. Y es que la soledad marginal nos convierte a los fumadores en los últimos románticos, individuos errantes que buscamos un lugar en el mundo donde poder fumar.
Solitarios y fumadores que además somos doblemente insanos. No lo digo yo ni es una metáfora sino una analogía científica que establece A.Pascual-Leone en 'El cerebro cura' (2019) que recoge un estudio dirigido por él y que sostiene que la soledad es tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día. Golpe tan bajo e inesperado, me evoca a otro fumador solitario, el gran Humphrey y 'El sueño eterno'. Convertido en Marlow, me coloco el pitillo un poco caído entre los labios y observo cínicamente el paseo triunfal de la Gran Hermandad de la Salud Eterna.
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