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En un mundo cada vez más acelerado y complejo conviene, de vez en cuando, desconectar y regalarnos momentos de respiro, de paréntesis. En mi caso, ... esos paréntesis contienen pequeñas secuencias de mi vida cotidiana que se repiten con regularidad, algunas casi diariamente: 'café-cigarro-libro', 'bar-café-periódico', 'cocinar-comer-cabezada', 'despacho-clase-biblioteca', 'amigo-cerveza-terraza', 'huerta-segadora-ducha', 'Villapresente-Torrelavega-Santander' o 'Cantabria-Madrid-Cantabria'… Además de estas, últimamente está adquiriendo un especial protagonismo en mi vida la secuencia 'pasear-pensar-escribir'.
Digo 'pasear' porque se trata de un andar lento, de caminar despacio sin tener casi en cuenta el espacio (el recorrido) y el tiempo (la hora), algo semejante a vagar o a sonambular… Ensimismado, pienso al ritmo lento que me llevan mis pasos, sin rumbo, de forma gratuita o fortuita, pensar por pensar, como si fuera mi propio pensamiento el que me piensa, como si fueran mis pasos los que dirigen el flujo de mi conciencia, de mis ideas y de los sentimientos que las acompañan y que las enredan… Pensar un poco 'peripatéticamente', como aquellos filósofos seguidores de Aristóteles que reflexionaban según iban caminando tranquilamente por el patio del Liceo a las afueras de Atenas sabiendo que a ciertas cosas se llega antes andando que corriendo.
Imaginemos, por ejemplo, a Aristógenes de Tarento meditando mientras caminaba sobre la armonía o el ritmo de la música, o a Teofrasto cavilando, peripatéticamente también, sobre la ética o la botánica, o al propio Aristóteles, por qué no, pensando aquello de «…a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes». Una vez habían dado no pocas vueltas al patio y a sus pensamientos, se ponían a escribir.
Escribir es volver sobre lo pensado, empalabrar los pensamientos, meterlos en conceptos que se ajusten a las palabras y si no inventarlas, dar con las más precisas, las más elocuentes, las más evocadoras. Colocar cada palabra una detrás de otra según unas reglas y volver a pensarlas porque, en el fondo, pensamos con el lenguaje, y a veces contra él. Por eso escribir es siempre reescribir, volver sobre tus pasos, repensar y repasar, es decir, volver a pasar por un mismo lugar, 'repasear'.
Pasear, pensar, escribir. Una buena secuencia, casi terapéutica, para estos tiempos que corren, o mejor, que vuelan.
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Ana del Castillo
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