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Degustando aún los éxitos de la selección de fútbol y de Alcaraz, impactados todavía por la exhibición sobrehumana de Pogâcar en el Tour y recién estrenados los Juegos Olímpicos, se me ocurre escribir sobre un tema al que tenía ganas desde hace tiempo: ¿Qué es ... el espíritu deportivo?, ¿qué relación guarda con nuestro carácter y con nuestra vida? Para responder a estas preguntas tendré presentes los dos deportes que más y mejor practiqué desde mi adolescencia temprana, el tenis y el baloncesto, pero también otros que picoteé hasta que a los 20 años dejé radicalmente de practicarlos todos. Desde entonces solo participo ocasionalmente de algún partidillo o 'pachanga', aunque sí sigo por la tele los grandes acontecimientos deportivos y los comento con mis amigos deportistas. A partir de estas experiencias he elaborado algunas conclusiones. Aquí desarrollaré cuatro y en el siguiente artículo el resto.
Aprender cuando pierdes / aprender cuando ganas. Es evidente que aprender cuando pierdes es una de las experiencias primeras cuando comienzas a competir y, por tanto, empiezas a perder. Las derrotas son esenciales porque suelen darte un baño de realidad y te dicen dónde estás con respecto a los demás y qué tienes que mejorar. La primera vez que salimos de Cantabria a competir contra los equipos vascos de baloncesto nos dimos cuenta que nuestro juego, en contra de lo que creíamos, era bastante patético. Pero aprendimos cosas de los que nos ganaron, las cuales comenzamos a imitar tan pronto regresamos al patio de nuestro colegio. Cuando, en cambio, ganas, es más difícil aprender porque tu objetivo se ha cumplido. Con el tiempo me di cuenta de que en el trabajo pasa lo mismo y que ante el triunfo debes analizar qué errores has cometido, cómo podrías haberlo hecho mejor, y saber que a veces has ganado sin merecértelo y, lo que es peor, que no has aprendido nada e incluso has desaprendido.
Saber perder/saber ganar. Los aprendizajes aquí son de otro tipo: cómo encajamos 'moralmente' las derrotas y las victorias. Curiosamente se aprende a perder cuando esperabas ganar y no aceptas haber perdido. En la vida, como en el deporte, se llama frustración. En estos casos lo más frecuente es echar la culpa a circunstancias ajenas a tu juego. El abanico de 'culpables' es amplio y variado: desde el gesto inconsciente de mirar el cordaje de tu raqueta cuando fallas un golpe 'inexplicable' o culpar directamente al árbitro, a tu entrenador o a tu contrario, hasta acabar insultando al público o a quien sea. Pero lo más feo ocurre al jugar en equipo cuando, aunque sea en silencio, culpas de la derrota a tus propios compañeros. Saber ganar, sin embargo, suele resultar más fácil siempre que las victorias no te impidan ponerte en el lugar de los que pierden, o incluso de los que tienes a tu lado creyendo que tú eres el único artífice de la victoria. Saber ganar requiere ciertas dosis de humildad y generosidad. Y eso no es fácil, porque todos necesitamos alimentar el ego y ciertas dosis de protagonismo.
Resistir/Decidir. Todo deporte requiere disciplina, insistencia, repetición… Tanto en los entrenamientos como cuando compites hace falta resistir y persistir, incluso hacer que el contrario se desgaste y, en algunas ocasiones, esperar que el otro falle antes que tú. Por eso manejar el tiempo, el ritmo, es tan importante. Pero lo que es crucial es encontrar el momento, los momentos: elige bien, decide con confianza, ejecuta con determinación. Esto es lo que más me gusta de Alcaraz, aunque en algún punto me pueda parecer que tome decisiones y ejecute golpes imprevisibles. En los deportes de equipo hay, además, un paso previo en la elección que es crítico: tú te eliges a ti mismo, en un momento dado, como el que 'tiene' que jugársela porque te crees el líder. ¿En la vida también?
Liderar/seguir al líder. Efectivamente el liderazgo es un tema complejo, no en vano hay demasiados libros sobre este tema en el mundo empresarial. ¿Tiene que haber solo un líder o puede haber varios? ¿Hay distintos tipos de liderazgo? ¿Pueden convivir unos y otros? ¿Cómo se elige al líder?... Es aquí donde aparecen las dudas y los conflictos. Si pienso en el deporte se me ocurre que un líder debe ser escogido de forma natural por una gran mayoría de sus compañeros y debe ser reconocido por todos; debe poder ser sustituido por otro en un momento dado; debe saber sobre qué se sostiene su liderazgo (¿es ejecutivo, emocional, simbólico…?) y debe saber cuándo y cómo debe compartir su liderazgo; un buen líder es el que tiene la confianza de sus compañeros porque previamente él se la ha dado a ellos; un gran líder, además, es el que en los momentos difíciles hace que los demás sean mejores y sabe que ellos le hacen mejor líder a él.
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