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En el artículo anterior hablé del deporte como proceso de aprendizaje (1) y como formación de un carácter, incluso «moral» (2), en el que se pone en juego la resistencia (3), la toma de decisiones y la capacidad de liderazgo (4). Hoy seguiré analizando otras ... dimensiones del deporte que igualmente guardan una relación intrínseca con nuestra forma de ser y nuestra vida.
Mens sana/ Corpore sano. Como todos sabemos, este adagio grecolatino nos recomienda una buena relación entre el cuidado tanto del cuerpo como de la mente. Pero encontrar ese equilibrio no es fácil porque, como dijo Aristóteles, la virtud está en el término medio entre dos extremos que son viciosos, uno por exceso y otro por defecto; la prudencia sabe encontrar en cada caso ese punto intermedio. Pienso ahora en nuestra sociedad «hiperdeportizada» y en la sacralización del espíritu competitivo en todos los órdenes de nuestra vida, en el culto al cuerpo y a la belleza, en nuestra obsesión por la salud física y mental, en el terror a envejecer… Creo que si nos viera Aristóteles pensaría: «Esos tipos son muy sanos y saben de todo, pero no son muy sabios». Creo también que si nos observara Juvenal, el poeta satírico romano al que se atribuye la famosa frase, nos recomendaría más «mens sana» y menos «corpore sano».
Pesimismo/Optimismo. Ese punto intermedio no es fácil encontrarlo tampoco en las actitudes que observamos en la práctica del deporte. Todos sabemos que el pesimismo es malo para todo y que una actitud positiva es básica para mejorar y poder ganar. Ahora bien, me parece que en muchas ocasiones esa actitud positiva se convierte en una obsesión, en una mentira y, por tanto, en algo irresponsable. Hablo de este actual y necio voluntarismo que nos dice que si repites una y otra vez algo, si lo visualizas, lo internalizas y te lo crees, bla, bla, bla… ese algo acaba sucediendo. Tristemente veo con demasiada frecuencia a padres que intentan meter fanáticamente en la cabeza a sus hijos la creencia de que pueden ser deportistas de élite, alcanzar el éxito, ser los mejores… Creen, y les hacen creer desde pequeños, que pueden ser el delantero centro del Madrid o del Barsa, o ser como Nadal o ahora como Alcaraz… incluso estrellas de la NBA aunque apenas midan 1.80. ¿No se dan cuenta de que solo se fijan en los casos de éxito? ¿Se han olvidado de que 'Impossible is nothing', aunque sea un gran slogan publicitario, o precisamente por eso, no hay que interpretarlo literalmente? ¿No son conscientes de que la gran mayoría de las veces 'impossible' es sencillamente 'impossible'?
Fatalismo /Azar. Según mi experiencia, en las cosas muy importantes, la buena suerte y la mala suerte se cruzan en la vida muy pocas veces, no en vano por eso podemos hablar de «suerte», es decir, de azar. Dicho cinematográficamente, en la vida hay muy pocos 'machtpoints'. Creo, sin embargo, que en el resto de nuestra vida, y en el deporte es igual, las cosas que nos ocurren se rigen por un tipo de leyes no absolutas como son las de la probabilidad: si yo mañana tiro una «mandarina» tipo Llull y la meto a la primera lo lógico sería pensar que he tenido mucha suerte. Comprobarlo para mí sería tan fácil como tirar unas cuantas veces más y ver cómo en algunas el balón ni siquiera tocaría el aro y vería simultáneamente cómo mi porcentaje de acierto tendería rápidamente a 0. Si la «mandarina» la tira Llull la probabilidad de meterla es mucho mayor, y cuando lo hace, su suerte ha sido mucho menor que la mía cuando la metí. En definitiva, nuestras condiciones físicas de partida, el entrenamiento duro, la experiencia, la confianza en uno mismo… es lo que da sentido a la expresión «la suerte hay que saber buscarla», en el deporte y en la vida.
Aunque dejé el deporte hace ya muchos años, aprendí algunas cosas muy simples que intento aplicar en mi vida diaria: no creer en la suerte ni en ningún tipo de determinismo absoluto; evito el optimismo cuando me parece ridículo e intento, a toda costa, no caer en el pesimismo. No musculo mi cuerpo porque no quiero convertirme en un esclavo de mi cuerpo en pleno siglo XXI y a mi edad; tampoco experimento con técnicas de wellnes, mindfullness, ni con otras con nombres semejantes. Me vale con echar una pachanga de vez en cuando y ver el deporte bueno por la tele. Y por supuesto, intento vivir con lo que yo entiendo por verdadero espíritu deportivo y esperar olímpicamente morir también con él.
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