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Cuando escuché a Pedro Sánchez anunciar que había decidido adelantar las elecciones sentí una sensación de malestar general que ha venido convirtiéndose en un estado de creciente apatía hacia lo político. El caso es que ayer me ocurrió algo que me ha permitido salir, a ... las bravas, eso sí, de ese estado de profundo hastío político en el que me encontraba desde entonces.
Quizás me pasó lo que últimamente dicen algunos científicos y psicólogos y, cómo no, el filósofo Byung-Chul, cuando afirman que el aburrimiento propicia la creatividad y las nuevas ideas. Yo no soy tan optimista como ellos y, además, lo mío más que una idea ha sido una ocurrencia porque es algo que me ha ocurrido, que me vino a la cabeza y todavía no sé cómo. Una ocurrencia feliz, porque me sacó de un letargo cuya intensidad aumentaba cada vez que imaginaba el horizonte de aburrimiento pre y post electoral que nos espera este verano.
Estaba yo dándole vueltas a quién votar, si al PSOE o al PP, una vez descartadas las opciones de no votar o de votar en blanco, esta más tentadora que nunca. Las dos alternativas extremas, Vox y Sumar, estaban descartadas de antemano, en el fondo por ser eso, extremas y excluyentes ,y, por tanto, peligrosas por su querencia natural hacia el voluntarismo totalitario. El caso es que llevaba días pensando perezosamente si votar al PP o al PSOE, o al PSOE o al PP mientras mi intención de voto cambiaba a la opción contraria cada vez que escuchaba a cualquiera de los dos candidatos. Me di cuenta de que si seguía así iba a llegar el 23 de julio sin saber a quién votar y, lo que era peor, después de haber padecido una tediosa travesía de más de 20 días.
Fue en ese momento cuando me sobrevino la ocurrencia: «Lo echo a cara o cruz». Y eso hice. La verdad es que tirar la moneda al aire y ver qué iba (voy) a votar tuvo un punto de emoción. Me pasó lo que ya sospechaba que me iba a ocurrir, es decir, que saliera lo que saliera no me iba a gustar. Pero me dije: «Esto es lo que hay, amigo, no haber jugado, ahora tienes que cumplir lo que te has prometido, sé fiel contigo mismo, solo tienes que tener un poco de fuerza de voluntad y no caer en la tentación de pensar más…». Y al mismo tiempo mi cabeza comenzó a generar mecanismos de defensa en favor de mi alegre decisión: «Total es solo una vez, seguramente hay otra gente que lo ha hecho, es más, si todos los votantes que tienen tu misma duda hicieran lo que tú el resultado sería muy parecido al que probablemente será… votar es como apostar porque la política es un juego».
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