El semáforo de La Magdalena
Deben finalizarse los trámites, ya iniciados, para que ese aparato pueda ser declarado Bien de Interés Cultural
José Luis Arteche García
Martes, 22 de octubre 2024, 07:11
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José Luis Arteche García
Martes, 22 de octubre 2024, 07:11
El día 30 de septiembre de 1874, es decir, hace ahora 150 años, se procedió a la inauguración del semáforo de señales de La Magdalena. A pocos metros del actual palacio, sobre las ruinas del antiguo castillo de Hano, un casetón habitable pintado con bandas ... blancas y negras y un mástil de señales constituirían el primer semáforo de señales de España de carácter público. Ya existía otro construido poco tiempo antes en la punta de Tarifa por unos empresarios de Cataluña.
Hubo presencia en aquella ceremonia de numerosas personas, autoridades locales, empresarios y muchos periodistas entre ellas. Las pruebas de demostración con el código internacional de señales (banderas) se realizaron con el vapor Portugalete, que se encontraba en aquellos días fondeado en el puerto de Santander. Pocos días después entró en funcionamiento un servicio de telegrafía por hilos, atendido día y noche por semaforistas del Cuerpo de Señaleros y Vigías de la Armada y por Telegrafistas del Servicio de Correos y Telégrafos. Los mensajes que se intercambiaban de día por medio de banderas entre el señalero y cualquier barco en tránsito por el Cantábrico, eran posteriormente telegrafiados por cable hasta la ciudad de Santander. De noche se empleaban señales luminosas.
El cometido de los semáforos marítimos era «el atalayamiento del mar y la costa, servir de comunicación entre los buques y tierra, el servicio meteorológico, cooperar al salvamento de náufragos y cooperar por medio de los avisos oportunos a la represión del contrabando».
Eran los establecimientos empleados para que los buques pudiesen comunicarse tanto con las autoridades marítimas como con las casas consignatarias, comerciales y particulares.
Tras la pérdida de Cuba, en 1898, el Ministerio de Marina decidió derruir el semáforo ante la «necesidad» de fortificar la península con vistas a defender la entrada a la bahía de Santander. Se palpaba en el ambiente la idea (aunque pronto se comprobaría que era completamente infundada) de que podría producirse una «invasión yankee» (así lo expresaba la prensa escrita de la época) que se podría fraguarse en cualquier momento.
Santander estaba demostrando una disposición ejemplar al acogimiento de nuestras tropas provenientes de Cuba.
Así, se decidió el montaje de varias baterías de defensa en la península de La Magdalena, aunque ninguna llegó a funcionar. Y esto iba a exigir el desmantelamiento del semáforo, con la exigencia de Ministerio de Marina de que se le buscara otra ubicación para el mismo en algún lugar próximo.
Al año siguiente entró en funcionamiento otro semáforo sobre un edificio más adecuado, ubicado en el pueblo de Cueto, exactamente donde está la sede de AEMET en Cantabria, aparato que estuvo en servicio hasta finales de los años sesenta del pasado siglo.
El retraso de España en la construcción de semáforos costeros (ya se emplearon códigos de banderas para transmitir mensajes del mando naval a los buques enviados a la batalla de Trafalgar) hizo que sirvieran durante poco tiempo pues la invención de la radio en el año 1897 llevó a la creación de la red de Telegrafía Sin Hilos (TSH) y ello a la construcción, a unos metros del semáforo, de una moderna estación («La Telegrafía») en el lugar actualmente ocupado por el campo municipal de fútbol de Cueto. Ambos servicios convivirían durante unos años hasta que se cerró el semáforo, dejando un edificio en ruinas y un mástil de señales que años después se trasladaría a la Escuela de Náutica (es, de hecho, el único que queda en España de la red de semáforos que se crearía tras los de Tarifa y Santander). «La Telegrafía» también desaparecería con el paso de los años.
Nuestra ciudad fue una avanzada en España en las comunicaciones de la época gracias a la iniciativa público-privada, a la colaboración del Gobierno regional y de los empresarios locales de ese tiempo. ¿Será casualidad que en Santander (más concretamente en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria) esté funcionando una gran empresa que a través de enormes antenas mantiene y enlaza comunicaciones con buques en todos los mares del mundo? Cosas del destino.
Aprovecho esta conmemoración para pedir que dicho mástil no se pierda por abandono y se finalicen los trámites, ya iniciados, para que pueda ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en nuestra capital.
*José Luis Arteche García es meteorólogo del Estado y miembro de la Asociación Mil Velas
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