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Joe Biden lo advirtió el 20 de octubre a los estadounidenses y al mundo, asegurando que la ofensiva terrorista de Hamás contra Israel situaba el orden internacional y la política exterior de Estados Unidos en un punto de inflexión. The Economist lo interpreta así en ... su editorial de esta semana: «This moment will define not only Israel and the Middle East, but America and the world» (Este momento no definirá solo a Israel y a Oriente Medio, sino también a Ámerica y al mundo), porque la inflexión, según el semanario, desborda las fronteras de Gaza y los límites de Oriente Medio.
La guerra en Ucrania y el apoyo a la resistencia frente a la agresión rusa, la movilización de dos portaviones para reforzar la seguridad israelí y del conjunto de la región, y la atenta mirada a Taiwán, ante las amenazas chinas de incrementar la presión sobre la isla, proyectan una estrategia norteamericana diversificada en tres frentes, que pone de manifiesto un tablero de confrontación y rivalidad donde el aparente desorden es cada vez menos incierto. Una serie de intereses divergentes, los de Irán para liderar Oriente Medio y el fundamentalismo islamista; los de Rusia para recuperar el dominio del espacio europeo central y oriental; y los de China para desarticular la superioridad norteamericana en Asia Pacífico, se complementan a través de acciones de distinta magnitud con el objetivo de socavar el orden occidental liderado desde Washington.
La condena casi unánime del brutal ataque de Hamás, y el apoyo de Estados Unidos a Israel y a los gobiernos aliados del mundo árabe para detener la escalada de violencia en la región y el ascenso del radicalismo, han reforzado la idea de que sin Estados Unidos es inconcebible un orden regional. El valor del liderazgo americano no se ha limitado al apoyo militar, sino que la labor diplomática y la exigencia de proporcionalidad han dotado de mayor credibilidad a la acción exterior de Biden. La inflexión ha comenzado al proyectarse una estrategia política activa e integral que debe conseguir que la respuesta israelí no exceda los límites exigibles a cualquier gobierno, aún en su derecho al uso de la fuerza para defenderse de una agresión. Y paralelamente, el liderazgo americano y europeo tiene que derivar en un proceso político de avance en la resolución del conflicto palestino, involucrando a los principales actores en Oriente Medio.
Washington y los gobiernos regionales tienen la experiencia de moverse en la complejidad de la región y también de verse desbordados por aquella. Egipto y Jordania se muestran firmes desde sus gobiernos, pero reclaman respeto por los civiles y por los derechos políticos palestinos. Arabia Saudí intenta medir su política, consciente de que el punto de inflexión al que se ha referido Biden tiene que enlazarse con la inflexión en la imagen exterior saudí, que ha mejorado después de largos años de influencia wahabita. Irán, con sus mensajes antisemitas y de respaldo al terrorismo indiscriminado de Hamás ha perdido la oportunidad de subir un peldaño en la influencia regional, mientras Catar y Turquía intentan escalarlo.
La complejidad de Oriente Medio sigue presente. Pero es distinta a la complejidad existente durante la guerra fría porque, en este momento, no hay una alternativa a Estados Unidos en la región. Y también es distinta a la complejidad posterior, motivada por la presencia del integrismo yihadista. Netanyahu tiene en su mano la decisión de avanzar en Gaza y retroceder en su credibilidad internacional, o luchar contra el terrorismo de Hamás, pero avanzar en la coexistencia política con los palestinos y con los principales actores de la región.
Pero el punto de la inflexión también pasa ahora por construir un clima político interno en Estados Unidos que actúe desde el bipartidismo y el compromiso exterior en la transformación del orden liberal y no en su debilitamiento o su destrucción. Que incorpore a los países aliados tradicionales y a nuevos aliados para hacer frente a las agresiones contra la estabilidad mundial y los derechos humanos. Y también al relato deconstructivo y radicalizado que durante más de una década socava los valores liberales en el seno social y político de las democracias.
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