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El título de esta columna, que refleja los temores de una gran parte de nuestra sociedad, no me lo he inventado yo, sino que está tomado de un reciente artículo de Martin Wolf publicado en el diario económico más influyente del mundo, el Financial Times.
En efecto, aunque todavía faltan unos meses para que se decida la carrera presidencial en los Estados Unidos, el temor a que el vencedor de la misma pueda ser Trump está cada vez más instalado entre todos nosotros y en una buena parte de la sociedad norteamericana. Su triunfo, que sería letal en la esfera geopolítica, también lo sería, sin lugar a dudas, en la económica. Si a principios de 2017, cuando inició el que esperemos sea su único mandato presidencial, nos referíamos al 'trumpismo económico' como una doctrina perversa para el conjunto de la economía mundial, las ideas y propuestas que al respecto está desgranando el líder republicano en su campaña hacia la Casa Blanca son hoy, si cabe, aún más perversas.
Una de estas ideas, que, de acuerdo con un trabajo del Peterson Institute for International Economics (PIIE) podría calificarse como divagación, parece totalmente fuera de lugar, amén de ser extremadamente peligrosa. La misma consiste no sólo en bajar impuestos y menos regulación, algo que se ha demostrado fehacientemente que, en la práctica, sólo beneficia a los muy ricos pero nunca al conjunto de la sociedad, sino que ha ido mucho más allá: ahora juega con la posibilidad de sustituir completamente el impuesto sobre la renta por aranceles sobre las importaciones.
La materialización de una idea como la mencionada se enfrenta con dos grandes problemas, los cuales, por fortuna, la hacen prácticamente inviable. El primero de ellos es, tal y como se indica en el trabajo del PIIE que «costaría empleos, promovería la inflación, aumentaría los déficits federales, y causaría una recesión. Cambiaría también la distribución del peso de los impuestos, desplazando este de los hombros de los muy ricos a los de los pobres y de la clase media». El segundo problema es, al menos desde el punto de vista de la viabilidad de la propuesta, más contundente. Tal y como se indica en el citado análisis del PIIE, la propuesta de Trump no es viable. ¿Por qué? Pues porque, por un lado y como es bien sabido, los aranceles se aplican sobre las importaciones y estas alcanzaron en 2023 una cifra de 3,1 trillones de dólares; y, por otro, porque el impuesto sobre la renta grava las rentas de las personas, y estas sobrepasaron los 21 trillones de dólares ese mismo año. Tomando en consideración ambas cifras, y por mucho que aumentaran los aranceles, sería literalmente imposible que la recaudación obtenida con los mismos pudiera reemplazar a la lograda con el impuesto.
Pues bien, aun cuando es cierto que los argumentos expuestos son, a mi juicio, más que suficientes para que ni el mismo Trump tome en serio su idea de reemplazar en su totalidad el impuesto sobre la renta por aranceles, sí que ofrecen pistas sobre por donde irán sus políticas si es que logra la presidencia. En concreto, ya ha propuesto dos medidas que, pese a constituir una versión suavizada de la idea comentada, son igualmente dañinas. La primera es que pretende mantener la reducción impositiva que introdujo en 2017 y que, de no hacerlo, expiraría el próximo año; esto tendría un coste estimado a lo largo de los próximos diez años de 5 trillones de dólares. La segunda medida consistiría en incrementar todos los aranceles un 10% y los aplicados específicamente a China un 60%; de producirse, algo que no es en absoluto descartable, esto daría lugar a una guerra comercial generalizada, con efectos incalculables para todo el mundo.
Sea como fuere, sigue llamando la atención, al menos a mí me la llama, que Trump cuente con numerosos apoyos, sobre todo, como se dice ahora, entre los megaricos. No sé si es que estos tienen una visión más cortoplacista de la vida que el común de los ciudadanos o si, como se sostiene cínicamente, los ricos son diferentes al resto de los mortales porque pueden permitirse cosas que la inmensa mayoría no puede.
Aun así, más grave que la política económica de Trump puede ser su política, a secas, si, como cree e insiste en propagar, la basa en considerar que el Presidente está por encima de la ley.
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