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Para aquellos que, como yo, tenemos una memoria frágil, las hemerotecas tienen una utilidad extrema. De acuerdo con éstas, la frase que titula este artículo fue muy utilizada durante la campaña electoral norteamericana en la que Bill Clinton se enfrentó a George Bush padre. La ... frase en cuestión quería dar a entender que, aunque Bush hubiera alcanzado triunfos importantes en determinadas materias, lo que de verdad preocupaba a los estadounidenses eran cosas más domésticas, cosas relacionadas con la economía; centrándose precisamente en esas cosas (en 'las cosas de comer') Clinton ganó las elecciones y sucedió a Busch como nuevo presidente de los Estados Unidos.
Con frecuencia, la frase citada se ha trasladado a otras contiendas electorales, queriendo con ello poner de relieve que la atención a lo doméstico, a lo cercano, al día a día, es lo que en el fondo importa más a la hora de decantar la balanza electoral en uno u otro sentido. Aunque cabría pensar que esto es siempre así, resulta obvio que, a la vista de los resultados cosechados en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo, no nos queda más remedio que decir que 'hasta ahora'. ¿O no?
Por las circunstancias que fueren, habrá quien diga que por buena gestión y habrá, por el contrario, quien sostenga que por pura suerte, me parece que, teniendo en cuenta el panorama exterior y la evolución prevista sólo hace unos meses atrás, es innegable que la marcha de nuestra economía está siendo bastante exitosa; con todos los peros, limitaciones e interrogantes que ustedes quieran, pero bastante exitosa. Pese a ello, los 'artífices' de la buena marcha de la economía se han pegado un batacazo de dimensiones mayúsculas, lo que da a entender, quizás, que los asuntos económicos, las 'cosas de comer' no son tan importantes como dicen. ¿O no?
Es la segunda vez que me hago la misma pregunta y creo que ya me toca responderla. Pensaba y sigo pensando que todo lo relacionado con la evolución de la economía, tanto a nivel macro como micro, tiene una importancia fundamental en nuestras vidas y, por lo tanto, en nuestras decisiones a la hora de meter la papeleta en la urna. Pero pienso también que hay, cuando menos, dos elementos que se han olvidado: por un lado, que transmitir el mensaje correcto es fundamental y, por otro, que hay aspectos ajenos al funcionamiento de la economía que también importan, y mucho.
En lo que concierne al primero de los elementos mencionados tengo que decir que, así como en el pasado podría ser cierto aquello de que 'el buen paño en el arca se vende', ahora no lo es en absoluto. O, dicho con otras palabras, no sólo vale con hacer las cosas bien, sino que también hay que saber venderlas. Se quiera o no, el mensaje de la buena marcha de la economía no ha calado entre los ciudadanos y, en consecuencia, no ha jugado un papel importante en las pasadas elecciones. ¿Lo hará en las próximas generales? Está por ver, aunque viendo la fuerza de la marea, me temo que no.
En cuanto a que, además de la economía, hay elementos que, en ocasiones, se erigen en protagonistas de las contiendas electorales, no me cabe la menor duda. Según expertos analistas políticos, la jugada de Bildu incluyendo a exetarras en sus listas y la manipulación del voto por correo en algunos lugares, no sólo protagonizaron la campaña electoral de las municipales y autonómicas sino que opacaron completamente el mensaje positivo de la dinámica económica.
Puesto que los dos elementos citados (convertidos en mensajes antisistema) tienen claras reminiscencias trumpistas, algo que parece que está en boga en todo el mundo, puesto que algunas 'cosas de comer' (como la sanidad, sobre todo en atención primaria) se han convertido en un problema para todas las comunidades autónomas, puesto que la gestión de la pandemia tampoco se ha sabido vender, y puesto que hay un cierto hartazgo de promesas incumplidas por parte de la clase política gobernante, la explicación de la 'marea azul verdosa' de las pasadas elecciones parece bastante sencilla de entender. Ello no implica que la economía, las 'cosas de comer' no sean relevantes; lo son, y lo serán, mucho; siempre y cuando, claro está, se tenga capacidad para hacer que cale el mensaje entre la ciudadanía. Pese a todo, creo que el eslogan 'es la economía, estúpido' sigue vigente.
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