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Aunque las tensiones inflacionistas a escala global empezaron a dar señales de vida hace tiempo, no fue hasta la invasión rusa de Ucrania que las mismas se dispararon urbi et orbi. A partir de entonces, en una especia de sincronización pocas veces vista, la inmensa ... mayoría de los bancos centrales respondieron con políticas monetarias agresivas, políticas que les han llevado a elevar los tipos de interés hasta niveles bastante elevados; por ejemplo, en la zona Euro han subido recientemente hasta el 4,5% y en Estados Unidos hasta el 5,25%, al tiempo que en el Reino Unido hace ya algún tiempo que alcanzaron esta última cifra.
Pues bien, aunque es cierto que ha habido épocas en las que los tipos han superado las cotas antes mencionadas, también lo es que, viniendo de una larga etapa en la que los mismos se habían situado en el entorno del cero por ciento, los incrementos registrados a lo largo del último año parecen, y realmente lo son, extraordinarios. Así las cosas, la pregunta que surge es: ¿Han conseguido estas subidas doblegar la inflación? Pese a que, al principio, parecían incapaces de lograrlo, de ahí los sucesivos incrementos aprobados por los consejos de los respectivos bancos centrales, ahora, y a tenor de la información disponible, habría que concluir que si no lo han logrado están en proceso de hacerlo: la inflación general ha remitido de forma importante en prácticamente todos los países y la inflación subyacente, aunque de forma más lenta, también.
El problema, y, por desgracia, siempre hay algún problema rondando en el entorno económico, es que tales subidas, además de reducir las tensiones inflacionistas, también están reduciendo la actividad económica. El ejemplo más claro lo proporciona la Unión Europea, que lleva ya un tiempo jugando al gato y al ratón con la recesión; de hecho, en algunos países, entre los que se encuentra Alemania, ya ha habido trimestres en los que, técnicamente, han entrado en recesión. ¿Era esto evitable o, por el contrario, es el precio que hay que pagar para luchar contra la inflación? La verdad es que es muy difícil, si no imposible, responder a esta pregunta, aunque también lo es el hecho de que los bancos centrales saben de sobra que sus medidas tardan en surtir efecto sobre el conjunto del tejido productivo, y que, por lo tanto, no es conveniente incidir demasiado en las subidas (o bajadas, según las circunstancias) de los tipos de interés; como en medicina, hay que esperar a que el fármaco prescrito actúe. Ahora, y a tiro pasado, mi impresión es que, por ejemplo, el BCE apretó demasiado el acelerador y ha sido poco paciente a la hora de ver en qué medida sus políticas surtían o no efectos. Lo de la falta de paciencia me parece que se ha puesto de relieve por la decisión prácticamente continuada de subir tipos cada vez que se reunía su Consejo de Gobierno, y lo de apretar demasiado el acelerador porque sólo se ha luchado contra la inflación con alza de tipos cuando, desde el principio, se sabía que el origen de la misma se encontraba, en buena medida, en el lado de la oferta.
Sea como fuere, ahora parece que, ante el temor de una recesión generalizada, propiciada por la subida de tipos y, más recientemente, por el encarecimiento del petróleo, y ante la convicción de que la inflación está siendo controlada –aunque seguro que con más lentitud de lo deseable y con unas expectativas todavía un poco elevadas-, hay una tendencia en los bancos centrales si no a relajar la política monetaria sí, al menos, a no endurecerla. En este sentido, cabe recordar, por ejemplo, que el economista jefe de Capital Economics, Jennifer McKeown, sostiene que el ciclo de política monetaria dura se ha acabado; en este mismo sentido, y más próximo a nosotros, Peter Lane, el economista jefe del BCE, ha afirmado que parece que estamos en camino de derrotar a la inflación, supuesto que los tipos se mantienen en los niveles actuales «durante un periodo de tiempo suficientemente largo». Aunque la afirmación anterior es un tanto criptica (¿cuán largo es un periodo suficientemente largo?), y aunque es cierto que todavía no se está pensando en bajar tipos en los países occidentales, como sucede en un buen número de economías emergentes, al menos no se piensa en subirlos. ¿Estaremos entrando, entonces, en un nuevo, y más relajado, ciclo monetario? Podría ser.
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