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Salvo por unos pocos sectores, principalmente vinculados a la construcción y el turismo, el verano suele ser una época en la que la actividad económica ... se desarrolla un tanto al ralentí, sobre todo porque una parte sustancial de la población goza de unas merecidas (o inmerecidas, ¡quién sabe!) vacaciones. Es, por ello, una época para el sosiego, la calma, y la meditación.
Para un economista como yo, uno de los principales motivos de meditación (y de intranquilidad) es el relativo a la multiplicidad de incertidumbres que rodean la marcha de la economía. La primera de ellas, y probablemente la más importante, es la vinculada a la continuación de la guerra en Ucrania y a sus efectos sobre los precios y el suministro de determinadas materias primas. Aunque es cierto que, tras los espasmos iniciales, ambos elementos parecen que empiezan a estar controlados, también lo es que un giro en el desarrollo de la guerra (y los recientes acontecimientos de la 'rebelión Wagner' podrían ser un síntoma de que algo gordo se está cociendo) podría favorecer o complicar mucho las cosas. Si algo, la incertidumbre en este ámbito no ha hecho más que aumentar.
En la esfera propiamente económica, ocurre que a las incertidumbres tradicionales se les une, ahora, una nueva. Entre las que califico como incertidumbres tradicionales, hay tres que, al menos desde mi punto de vista, podrían tener efectos perniciosos de largo alcance. La primera de ellas se refiere al impacto del continuo endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad económica. El hecho de que, pese a la caída de la inflación, la presidenta del BCE avise de que los tipos de interés pueden tardar en tocar techo no augura nada bueno para la marcha de la economía; de hecho, ya hay algún país, Alemania, que ha entrado en recesión técnica y se corre el riesgo de que otros también lo hagan, con los negativos efectos sobre la economía española que ello comporta. Ya sé que la justificación estriba en que la inflación subyacente sigue siendo muy alta, pero también sé que Lagarde se preocupa en exceso por la evolución de los salarios, cuando ella misma dijo que los beneficios «contribuyeron en dos tercios de la inflación» durante 2022.
La segunda incertidumbre está relacionada con el impacto real de los fondos Next Generation. Teniendo en cuenta que la mayoría de los proyectos aprobados en España son de escasa entidad y considerando que el desarrollo efectivo de los mismos es muy lento, ¿servirán de verdad para transformar nuestra economía, y hacerla, como era la pretensión, más digital, más verde y más resiliente? Pese a que creo que otros países no lo están haciendo mejor que nosotros, tengo mis dudas de que alcancemos los objetivos mencionados y que, por lo tanto, acortemos la brecha que nos separa de los más avanzados.
Una tercera incertidumbre, acrecentada por la que antes he denominado nueva, es la que atañe a una, al menos, de las reformas pendientes. Aunque la de las pensiones parece estar encauzada, la fiscal sigue siendo, hoy por hoy, inabordable, sobre todo por falta de consenso político. Lo curioso, además, es que, dependiendo del gobierno que salga de las próximas elecciones, la reforma non nata puede ser, de hecho, una contrarreforma.
¿Y cuál es, entonces, la nueva incertidumbre? Pues, naturalmente, la asociada al resultado de las elecciones del próximo domingo y a su impacto en la economía. Si gana el PP, como auguran las encuestas, y pese a la buena marcha de la economía ¿se reducirá el IRPF para las rentas medias o, quizás, sólo para las altas? ¿o, por el contrario, no ocurrirá nada, como cuando gobernó Rajoy? ¿se suprimirán los impuestos a las eléctricas y a las entidades financieras introducidos por el gobierno de coalición? ¿se modificarán algunos aspectos de la reforma laboral? ¿qué ocurrirá con la encauzada reforma de las pensiones?¿y con el Estado del bienestar?... Y, si en contra de los pronósticos, seguimos con un gobierno de izquierdas, ¿se abordará de verdad la reforma fiscal? ¿se potenciará el sector industrial, como se está haciendo en otros países? ¿se dará un impulso al empleo de los fondos Next Generation con proyectos realmente transformadores?... Son tantas las incertidumbres vinculadas al resultado de las próximas elecciones generales que no me extrañaría que, durante un cierto (aunque deseo que corto) espacio de tiempo, se produjera un parón en la economía. Algo que, por supuesto, nos perjudica a todos.
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Ana del Castillo
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