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Hubo una época en la que Cantabria llegó a situarse entre las provincias más desarrolladas de España. La llegada de la democracia y, con ella, el nacimiento del Estado de las Autonomías, trajo consigo la esperanza de que las cosas, sobre todo las relacionadas con ... la economía, pudieran ir mejor. Pues bien, sin que ello suponga una crítica al nuevo sistema imperante, la realidad es que, con altibajos, la situación económica de la región ha ido deteriorándose poco a poco.
Poco importa en este sentido el color político del Gobierno de turno, tanto en la esfera nacional como en la puramente autonómica. Si abordo ahora este tema es porque, el domingo pasado, este diario publicó un artículo de Daniel Martinez, muy bien documentado, sobre la situación de Cantabria tras el vuelco político de las elecciones del 28M de 2023. Centrándome en los asuntos económicos, coincide y coincido con el diagnóstico emitido no hace mucho por la CEOE regional de que, al menos hasta ahora y en la práctica, no se nota mucho, o nada, el cambio. Cierto que hay cosas que han mejorado, como la situación del mercado de trabajo (en particular el paro), de los precios o de la deuda pública, pero cierto también que otras, como la dinámica del PIB (sobre todo la del PIB industrial) y la productividad, han empeorado. Y aunque también es verdad que algo similar ha ocurrido a escala nacional, lo más preocupante de todo es que no se atisba por ningún lado una potencial reversión, para bien, de nuestra trayectoria económica. El deterioro relativo de la misma en la región, esto es, la divergencia económica, continúa hoy día por los mismos derroteros que en el pasado reciente.
Pese a que las causas que explican un comportamiento económico tan gris son muy numerosas y se han explicitado en múltiples ocasiones, me parece que recordar algunas de ellas, cuatro, no es ocioso en absoluto. Sin que el orden de presentación signifique más o menos importancia, creo que una de las causas fundamentales de la pérdida relativa de vigor económico de la región es el proceso de desindustrialización vivido en la misma. Pese a seguir siendo algo mayor que en el conjunto del país, el peso del sector secundario, tanto en el PIB como en el empleo regional, ha ido disminuyendo de forma paulatina, no existiendo ningún indicio de que esto pueda cambiar, al menos en un plazo razonable.
Una segunda causa del deterioro mencionado tiene que ver con el auge de un sector terciario cada vez más volcado a servicios turísticos con baja productividad, escaso valor añadido y empleo inestable. Aunque considero que existen potencialidades importantes a desarrollar en esta área, creo que un mayor acento en servicios avanzados a empreas podría fortalecer la capacidad global del mismo para tirar de la economía.
Una tercera causa, sobre la que, por desgracia, no se habla demasiado, está relacionada con el tipo de empresariado existente en la región. Reconociendo que en Cantabria hay empresarios con mayúsculas, tan potentes y bien preparados como en cualquier otro lugar, creo que nadie me negará que, por el motivo que sea y en líneas generales, aquí no existe (¿exagero si me atrevo a decir que no ha existido nunca?) un colectivo empresarial similar al vasco y/o catalán. Esto explica, al menos en parte, que un buen número de nuestros jóvenes mejor preparados tengan que emigrar a otras regiones y/o países para encontrar un trabajo digno.
La cuarta causa, que por su relevancia creo que deberíamos hacérnosla mirar, es, por un lado, la relativa a la falta de colaboración entre instituciones públicas y privadas, y, por otro, entre partidos de distintos colores. ¿Cuántos de los proyectos potencialmente transformadores de nuestra economía se han ido a pique, o no han llegado ni siquiera a despegar, por esa falta de colaboración o, incluso, lo que es peor, por las piedras en las ruedas puestas por rivales políticos? ¿Cómo se puede entender, por ejemplo, que en un proyecto tan importante para la región como La Pasiega se sigan echando las culpas unos a otros en lugar de colaborar de forma decidida para hacer que, cuanto antes, sea una realidad? ¿Qué decir del empeño, o falta de empeño, por traer el AVE a Cantabria, conectarnos mejor por vía férrea con el País Vasco, o incluir a la región en el Corredor Atlántico? Más colaboración es, sin lugar a dudas, un ingrediente fundamental para progresar.
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