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El pasado 7 de julio, tuvimos la agridulce noticia de saber que, la grúa-draga Priestman Nº 3, ingresaba con todos los méritos y honores en la «prestigiosa» lista roja de Hispania Nostra, donde solo acceden las que se consideran piezas de un gran valor ... histórico y arqueológico industrial y que se encuentran en lamentable estado de conservación y, que si no se evita, pasarán por el implacable soplete para acabar silenciosamente en el cementerio de cualquier chatarrería sin posibilidad, ni siquiera, de darla su último adiós.
Ahora, que se conmemoran los 150 años de la historia de la Junta del Puerto de Santander, convendría recordar aquellos elementos que contribuyeron de una manera significativa al desarrollo de lo que es hoy la seña más destacada de nuestra ciudad y que lamentablemente no se encuentran inventariados.
De todo el material flotante de que dispuso el puerto de Santander y que fue numeroso, solamente queda la que sin duda es la joya más preciada de toda su historia y que yace olvidada en el testero del espigón central del muelle de Raos. Se trata de la draga-grúa Priestman Nº 3, pieza de un valor incuestionable por cuanto ha estado ligada al desarrollo de nuestro puerto y que ha sido protagonista de primer orden en participar en hechos tan relevantes en la historia de Santander como fue el segundo rescate del vapor Cabo Machichaco, en el cual, junto a la Priestman Nº 1 trabajó activamente liquando la nitroglicerina cristalizada utilizando el vapor de su caldera lo que desgraciadamente, no evitó la explosión del 21 de marzo de 1894 y que se llevó por delante quince miembros del personal de la junta, entre ellos, tres buzos, un patrón, cinco marineros, tres peones, etc. La Priestman Nº 1, se fue a pique, quedando nuestra Priestman Nº 3, herida, pero a flote. Solamente por esto, merece ser restaurada como testimonio de las personas que fallecieron y que se perpetúe su memoria.
La imagen de su silueta montada en su mugrienta gabarra, por cierto, primera embarcación metálica construida en 1914 en los astilleros de Corcho, son patrimonio inmaterial de todos los santanderinos que nos quedábamos absortos contemplando su humeante chimenea trabajando infatigablemente en la dársena de Molnedo.
Su ubicación en Raos, después de ser rescatada en 1995 y posteriormente restaurada hace más de veinte sin la más mínima conservación, hace que actualmente presente un estado ruinoso, pero claro, nadie lo ve. Su ocultación favorece a su olvido y nos tememos que algún día sabremos de su desaparición. Creemos que viene al pelo el refrán de: «Ojos que no ven, corazón que no siente».
El Puerto ante la demanda de recuperación por parte de la Red de Patrimonio Industrial de Cantabria, Grupo Alceda e Hispania Nostra reitera que no es de su competencia el conservar su patrimonio y que, en todo caso, 'donarían' la draga cubriendo parte del presupuesto. Pero es competencia y obligación de quien estuviera interesado en ello, su traslado fuera del puerto, además de pagar el resto del presupuesto y asumir las responsabilidades de todo tipo, así como su permanente conservación, cuestiones totalmente inasumibles. La pregunta es: ¿ocurriría lo mismo si se tratara de la Grúa de Piedra o del Palacete del Embarcadero? Seguro que no.
Estamos otra vez, ante un hecho que, por desidia y falta de interés, nos llevaría inevitablemente a la pérdida de otro bien patrimonial que nos pertenece con todo derecho y que, si no se remedia, será otra pieza de nuestra identidad ciudadana eliminada sin ninguna consideración y responsabilidad por los que tienen en su mano la obligación de preservarla.
Firman la presente tribuna: César Pombo, Luis Villegas, Aurelio G-Riancho, Celestina Losada, Esther Sainz-Pardo, Ana Trimallez, Fernando Mantilla, Rosa Coterillo, Miguel de la Fuente, Juan Calzada, Carmen Sarasua, Ana Lastra, Joaquín Mantilla, Esperanza Botella, María García-Guinea, M José Trimallez, Carolina Echevarri, Montse Martin-Sáez, Ana Martínez, Alberto G Hoyos, M Luisa Rodríguez, Paloma Sánchez, Digna Fernández, Karen Mazarrasa, Ignacio Rosales y Claudio Planás.
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