Una joya de plano

Vacío, en blanco, sin leyenda, luce en el papel el envolvente mar. Un inmenso espacio marino innominado, el Cantábrico, de izquierda a derecha, al norte, con entrante (golfo e islote) en San Johan del Mar y saliente (cabo) en San Pedro del Mar, doblando la costa en redondo hacia el castillo de Hano y el de la Cerda, éstos ya al este y fronteros, bocana marina por medio, con la Peña de Mogro (hoy, Isla de Mouro), accidentes y edificaciones mencionados por su preciso nombre en el papel.

Más abajo, cara al sureste el castillo de San Martín, custodio de la bahía, y la bahía en pleno, con la otra orilla, la occidental, en la que flota una isla asimismo innominada. Y, volviendo a la orilla principal, el puerto con su espolón amartillado, y la villa, la población, dispuesta en un círculo imperfecto, confiada en sus murallas, como un circo romano, con visibles puertas de entrada y salida, de las cuales sólo dos aparecen nombradas: Puerta la Sierra y Puerta de Santa Clara. En mitad de la bahía, a derecha del plano, la estrella de los vientos marca la orientación de la villa medieval.

Con San Johan del Mar y San Pedro del Mar, nombrados quedan San Gerónimo, San Román y Queto. Para más detalles, el plano de Zuyer. Que todo santanderino debería poseer y conocer.