Tambores lejanos

España fue capaz de capear la primera y segunda guerras mundiales; pero sería muy difícil escapar de esta que se augura, por los lazos que nos unen política y militarmente a la Unión Europea y a la OTAN. Alineada política y militarmente al bloque occidental, sin embargo, nuestro Gobierno hace gestos extraños a éste, recibiendo el aplauso de Hamás, posicionándose claramente por una causa Palestina bañada de utopía.

Decisiones como la de no participar en la operación en el Mar Rojo contra las acciones ilegales de los hutíes inciden en abrir una brecha entre nuestra alineación formal, política y militar, con Occidente, y los hechos; y esto genera dudas sobre nuestra fiabilidad como aliados. De alguna forma, la sombra de la retirada intempestiva de Irak se alarga y genera desconfianza.

Se habla de aumentos presupuestarios en Defensa, entre ellos estará también el dedicado a Inteligencia. La Inteligencia, civil y militar permite la anticipación a las acciones hostiles; facilita la toma de decisiones y, en algún caso, ayuda a neutralizar al adversario. Es barata, si la comparamos con el esfuerzo económico que se precisa para poner un Ejército a punto. Luego, si es buena, es muy rentable. La Inteligencia se basa en recursos humanos y medios técnicos; ambos han de ser de gran calidad, mejorándose y adaptándose a la evolución tecnológica y a las necesidades.

Las necesidades de recursos humanos altamente especializados son difíciles de solventar a corto plazo, por requerir procesos de selección y formación rigurosos y largos. En una situación internacional como la actual, las trabas administrativas con respecto a los aumentos de plantillas de nuestros servicios deberían superarse, y no desechar a personal altamente cualificado. Por otra parte, los medios tecnológicos de adquisición de información evolucionan rápidamente, y, en algunos casos, como es la observación por medio de satélites, el proceso de obtención es muy largo. El campo del ciberespacio ocupa cada vez más importancia, siendo un espacio donde la obtención de información por medios técnicos y las operaciones de inteligencia clásica, utilizando las facilidades de relación que permite ese área, son de alto rendimiento.

Conseguir los recursos adecuados requiere tiempo y dinero, pero un aspecto que puede ayudar a compensar las carencias humanas y materiales es la cooperación con los servicios aliados. A través de la cooperación se puede conseguir e intercambiar información y puntos de vista sobre la situación para llegar a una visión común, incluso se puede llegar a actuar conjuntamente en el logro de un objetivo concreto de interés. Una buena red de colaboración con otros servicios es sin duda un pilar muy importante en Inteligencia. Tener unas buenas relaciones con los más importantes servicios es crucial para nuestro interés informativo. Perteneciendo al bloque occidental, al menos nominalmente, lo lógico es que fueran excelentes las relaciones con nuestros aliados. Entre ellos, sin duda, destacan los de la gran potencia que son los Estados Unidos.

La cooperación entre servicios de Inteligencia se basa en el interés común y la confianza mutua. El interés puede coincidir, pero, si falta la confianza, no habrá cooperación. Hace unos meses se publicó en diversos medios que dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia estaban sujetos a un procedimiento judicial por pasar información a los servicios norteamericanos acreditados en España, lo que ha desencadenado no solo el procesamiento de esos agentes, la expulsión de algún americano y la sospecha sobre quien haya tenido relaciones con los servicios yankees, aunque fueran de amistad. Que un servicio extranjero intente captar a agentes españoles, constituye un indicador muy negativo de falta de confianza mutua. Que esto suceda en una época donde la crisis de seguridad internacional es tan grave, es alarmante. Que el amigo americano actúe con respecto a nuestros servicios como si fueran enemigos, es inadmisible. Quizás no sea así, pero, tristemente, da la impresión de ser sólo la parte visible de un iceberg de desconfianza mutua alimentada por las esquizofrénicas formas de la política exterior gubernamental.

Al esfuerzo presupuestario en Defensa hay que añadirle el de Inteligencia y, éste último, reforzarlo al máximo estrechando los lazos con nuestros aliados, compartiendo visión y objetivos. Suenan tambores de guerra, aunque parezcan tambores lejanos.