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Habrán oído hablar en muchas ocasiones del denominado 'sueño americano'. Esa idea por la que en los Estados Unidos cualquier hijo de vecino puede pasar de botones a dueño de la cadena de hoteles Ritz con esfuerzo, trabajo y mucho amor.
No es chovinismo, pero ... en España vamos un paso por delante y desde hace años el 'sueño celtibérico' es una realidad palmaria y constatable. En cuanto te animas un poco pasas de chofer, aizcolari o portero a gestionar miles de millones de los españolitos. Y es que realmente cuesta mucho creer que haya tanto paro como se dice. Si bien es cierto que empresas que contraten al personal no hay demasiadas, no lo es menos que tenemos otras entidades muchísimo más fructíferas y eficaces: los partidos políticos.
Los partidos son pocos, pero cunden mucho. A los ya tradicionales se les van sumando otros novedosos, al menos en el nombre y en el espíritu inicial, porque tarde o temprano, a la vista del día a día, con mayor o menor rapidez, todos y cada uno van abrazando las viejas tradiciones. Y es que si algo funciona…. La zorra muda de pelo, pero no de costumbres.
Y es que los partidos contribuyen más que nadie a la reducción de las listas del paro. Cumplen lo que prometen pese a lo que se dice: cargos, recargos, contratos y empleos por doquier. Cualquier político que se precie tiene asesores, que a su vez tienen consejeros que les aconsejan qué asesorar al susodicho. Por no hablar de los cargos de confianza que salpican cada despacho de la administración. Y en los que sí se confía, pero que hagan lo que de ellos se espera.
Efectivamente, aquí surge el eterno debate de que no todos son iguales y que no son lo mismo unos que otros. Pero cada día se empecinan en ser y parecer lo contrario. Otra calumnia que suelen recibir los cargos políticos es que comen y beben como si fueran de boda diaria. O que reciben unas dietas tan grandes que se hace imposible seguir la ídem. Así que cada dos por tres hay que comprar un cinturón para ampliar el contorno. Pero qué sería de cierta hostelería sin ellos. Aportan gran parte del PIB y además los criticamos.
Aunque no toda la hostelería recibe lo suyo por igual. Desconozco el 'oculto' motivo por el que cada vez que sale a la luz una reunión entre políticos, asesores, gestores y conseguidores, esta tiene lugar en una marisquería. Nada de 'Tasca Demetrio', especializada en chorizo a la sidra. Tampoco acostumbran a reunirse en la biblioteca del barrio mientras analizan las Geórgicas de Virgilio en el grupo de lectura. Siempre se apelotonan en una marisquería a precio de carabinero. ¡Será que las marisquerías son acogedoras y suelen tener asientos cómodos! No veo otra.
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