Eufemismos ibéricos

El eufemismo como instrumento de manipulación y maquillaje —para que lo que es no lo sea, o al menos no lo parezca— es un acto de imaginación desmesurado, porque la diferencia entre lo que se piensa y lo que se dice, y entre lo que se dice y se hace es tan abismal que se necesita mucho colorete. Y en esos circunloquios o requiebros del lenguaje la clase política ibérica ha ido siempre más allá —no en vano, 'plus ultra' es nuestro lema–. Con el eufemismo se pretende dulcificar una expresión dura, vulgar o grosera mediante otra más elegante o suave, así los próceres patrios nos ahorran el trago y nos pulimentan la existencia.

Entre evitar la ofensa y ocultar la verdad mediante un velo semántico hay un trecho, y no pequeño. Escuchamos en el telediario llamar «guerra preventiva» a un ataque a traición de los de toda la vida. Y tras los bombazos viene la «catástrofe humanitaria», como si fuera un hecho fortuito y de carácter natural. Y no olvidemos los «daños colaterales»: asesinados, tullidos, viudas y huérfanos. De igual manera, ahora resulta que nuestros jóvenes no se ven obligados a emigrar para buscarse las habichuelas, sino que a eso se le denomina «movilidad exterior». Y cuando te estafan vendiéndote un asiento de avión o una plaza de hotel inexistente, no te están timando, es «overbooking», que en inglés suena mejor y duele menos. Porque la lengua de la pérfida Albión lo suaviza todo y así, las mentiras de toda la vida ahora son «fake news». Y cuando te humillaron, acosaron e hicieron la vida imposible en el cole, fue cosa del «bullying». Si se produce un desfalco y un timo de los gordos, es realmente cosa de una «contabilidad extracontable» —porque en Hispania seremos caraduras, pero con humor.

Si escuchas que un mozalbete es un alumno «disruptivo», no te alarmes, en realidad es simplemente un sinvergüenza y maleducado de toda la vida de dios. Y para no traumatizar a los mozos y progenitores preferimos el «no apto» al suspenso. Si le van a «externalizar» los servicios, es que los van a privatizar, y en cuanto escuche «financiación», mal asunto, con que no sea usura irá bien. En cuanto oigan «revisión», échense a temblar, porque cuando la revisión es de salarios suele ser a la baja y si lo es de precios será al alza. Y así suma y sigue, porque, aunque te parezca que te están timando, engañando y sangrando, tan solo eres objeto de una «contabilidad creativa», que te dejará sin un euro con la «estrategia contable», pero contento. ¡Qué cosas!