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Cuando una prenda está rebajada al setenta por ciento, se compra, da igual que no sea ni de tu talla. Es esta una máxima que solemos cumplir y aplicar en estas fechas. Aunque tengamos el bolsillo temblando y la cartera con telarañas, nos lanzamos a ... la búsqueda del chollo.
Compramos un 60% más de ropa que hace una década, pero la usamos menos que nunca. Se recicla únicamente el 1%. Presumimos de ser una sociedad preocupada y ocupada por el cambio climático, pero la ropa continúa siendo la compra estrella de este periodo. Buscamos y rebuscamos en tiendas y montoneras adquiriendo prendas, que solemos desear más que necesitar. Los más jóvenes llevan escuchando que nos extinguimos desde que eran un proyecto, sin embargo, también ellos han hecho del consumo una forma de vida y de ocio.
No es menos cierto que va triunfando la segunda mano o el 'segundo cuerpo', depende de la prenda. Creemos haber inventado desde la democracia hasta el reciclaje, y será cosa mía, pero anteriores generaciones fueron gurús del aprovechamiento y la reutilización. Todo servía, nada se tiraba y había una máxima: «Y si..., no sea que...» En tiempos pretéritos nuestra sociedad era un verdadero centro de reciclaje. Todo se reutilizaba y reparaba en virtud tal vez no del planeta, pero sí del ahorro.
Los cascos de las botellas se entregaban al comprar otras y no recuerdo tirar la comida, «con el hambre que hay en el mundo» —banda sonora en cada mesa—. Lo que sobraba, para la noche, el día siguiente o como ingrediente secreto de la nueva receta: «sopa con… o croquetas de...» Verdaderas maestras de la cocina fusión.
La gran mayoría tenemos, y tal vez usamos, ropa que ha durado casi siempre. Y si se rompía, existía la aguja, el hilo, los parches, coderas y rodilleras. Los enseres se pintaban, reparaban y rejuvenecían. No tenían nombres impronunciables, porque los habían comprado en 'Muebles Paco'. Al lado de casa. A los zapatos se les ponían suelas. Con el pan duro se hacía pan rallado, y con un yogur, magia estilo panes y peces durante la noche. Al levantarse, de uno, habían salido seis en la yogurtera. Y en cuanto al consumo energético, en eso tenían matrícula: «Esa bombilla…» En invierno, mucha manta palentina y chaqueta. En verano, mucha corriente y más calle.
Tal vez gastar menos y usar lo necesario sea el mejor reciclaje. Actualmente, son sinnúmero los que tienen que hacer de la necesidad virtud y reutilizar por obligación. Aunque claro, si siempre hay bajadas de precios, el asunto igual no es para tanto: rebajas navideñas, de primavera, de inicio de verano, Outlet, Black Friday, «Cyber Monday, días sin IVA, liquidaciones… Ahorraré tanto, que no me quedará ni un euro. Veremos.
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