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La religión no está de moda, el cristianismo menos y el catolicismo… Pero en esta sociedad, donde la religión está perdiendo su sitio y espacio ... y donde las iglesias están vacías y las imágenes que se idolatran son de TikTok, no todo se ha perdido. Esta ausencia, esta retirada es en muchos casos un trampantojo. Una ilusión óptica. Donde hubo fuego siempre quedan rescoldos y cuando llega Semana Santa se alcanza el súmmum de la contradicción. A menudo me pregunto ¿dónde está toda esa gente el resto del año? En los templos no.
La religión en occidente se vive en muchos casos como una paradoja. Ni contigo ni sin ti. Pero el cristianismo corre más y no solo nos alcanza, porque tiene mucho más recorrido, sino que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Sí o sí. No es cuestión de «meter el dedo en la llaga», pero en Semana Santa todo se magnifica. Las expresiones son tan cotidianas como ilustrativas. En este tiempo las calles de Hispania se llenan de capirotes, saetas, letanías, lamentos o silencios a partes iguales. La pasión se desata en comunión con la vacación y la fiesta. Se llora «como una Magdalena» y «en menos que canta un gallo» se pasa a la fiesta y a la carcajada.
Cada cual en esta vida «llevamos una cruz» o la ponemos. Porque lo de la otra mejilla nos sigue costando. Para no pocos la Semana Santa es sinónimo de vacaciones y cuando estas llegan se ponen «más contentos que unas Pascuas», o puede que les hayan «hecho la Pascua» si aquel compañero no se las ha querido cambiar para ir a Zamora. ¡Qué Judas!
En estos lares, aunque nos lancemos a las calles a celebrar cualquier cosa, porque la vida son dos días, en las más de las ocasiones «la procesión va por dentro». Y a pesar de que los hechos cotidianos no admitan dudas, no es menos cierto que seguimos haciendo «como Pilatos», «nos lavamos las manos», aunque veamos, «para más inri», que quienes «se llevan la palma» en eso de las mezquindades y las «barrabasadas» son los que nos sermonean en el telediario y nos atiborran con homilías de pancarta barata. «Otro gallo cantaría» si pasáramos de la tertulia de barra fija a pisar el asfalto con pie firme.
Pero sigue habiendo por ahí gente de inquebrantable fe o paganismo, hasta un amigo tengo que se jacta de ser un ateo como dios manda. Así que para que nuestro día a día no sea «un valle de lágrimas», «un vía crucis» o «un calvario» disfrutemos, aunque solo sea «de Pascuas a Ramos». Y esperemos no acabar «hechos un Cristo» o parecer «tontos de capirote» con tanta «matraca». Veremos.
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