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Vamos, que digo yo, que eso de la Ley de Memoria Histórica, en Francia, como que no, en especial con la figura de Napoleón, pues mientras unos le alaban y le enaltecen como un gran visionario, otros le denigran acusándolo de ser un tirano responsable ... de la muerte de millones de personas en Europa, de la restauración de la esclavitud o de la consagración de una inferioridad de la mujer en el código civil napoleónico, lo que se dice un angelito.
Cuando uno escucha diversas conferencias sobre la figura de Napoleón Bonaparte se percata de que esa dicotomía perdura hoy en la sociedad francófona, dado que mientras para algunos fue el sepulturero de la Revolución Francesa, para otros fue, en cambio, quien acabó definitivamente con el Antiguo Régimen abriéndole las puertas a la República, y al que Francia debe el asentamiento de las bases de la administración moderna, la creación del Consejo de Estado, el Código Civil, el Banco de Francia, la Legión de Honor, la recogida de las basuras y hasta la numeración de las calles; pa- res a la derecha, impares a la izquierda. Una suerte de méritos contraídos por él que por poco no le convierten también en el creador del chupete, de la fregona, del 'Chupa Chups' y del abridor de latas, porque, en eso de engrandecer a los suyos, los franceses son realmente únicos, al contrario que lo que ocurre en España, donde, dependiendo de la ideología, se enaltece a unos y se les niega el pan y la sal a otros hagan lo que hagan aquellos unos y estos otros.
Con motivo del bicentenario de su muerte, el presidente galo, Emmanuel Macron, depositó en Los Inválidos, donde se encuentra la tumba de Napoleón Bonaparte, una corona de flores en un acto oficial en el que afirmó que Francia y los franceses «deben mirar su historia con serenidad, sin borrar, sin negar, y sin renegar del pasado», un pensamiento que choca frontalmente con la forma de pensar y sentir de nuestros gobernantes, sean de uno u otro color, que no solo miran la historia sin serenidad, sino que también borran, niegan y reniegan de todo aquello que pese haber ocurrido ignoran como si nunca hubiera pasado. Y así nos va, que en esa lucha por el control del pensamiento son incapaces de llegar a un consenso en la legislación educativa, que varía cada vez que cambia el gobierno.
Pues eso, que Napoleón, ni ángel, ni demonio, francés por encima de todo.
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