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Concluyó esta semana el proceso de elecciones al Rectorado de la Universidad de Cantabria, con el resultado ya conocido del acceso al cargo de la catedrática en el área de Organización de Empresas, Conchi López. Una mujer, por primera vez en el más de medio ... siglo de historia de nuestra Universidad. Nunca es tarde, pero ya iba siendo hora.
A lo largo de la campaña, tanto la ganadora de las elecciones como su oponente, el catedrático de Ingeniería Eléctrica Mario Mañana, han dado un ejemplo de lo que es competir en buena lid, exponiendo sus programas y formulando propuestas ante todos los estamentos llamados a las urnas, pero lejos de la crispación, la descalificación del adversario y las deleznables formas a que nos tiene acostumbrados la política actual. El desarrollo del debate que ambos protagonizaron en la sede de El Diario Montañés confirmó esta línea de actuación. Ambos se refirieron a su oponente en varios momentos como compañero/compañera, respetaron sus respectivos turnos de palabra y confrontaron sin acritud.
Nada más conocerse el resultado de las elecciones, Mañana felicitó a López, y publicó en redes sociales este mensaje: «Me gustaría felicitar a nuestra nueva Rectora, Conchi López, y a su equipo. Les deseo muchos éxitos, que serán los de todos». La vencedora en el proceso electoral le respondió «gracias, Mario. Agradezco tus palabras. Ahora todos volvemos a ser uno y todos los miembros de la UC debemos trabajar por el bien de nuestra querida universidad. Estoy convencida de que, sumando esfuerzos, lograremos avanzar hacia una institución más fuerte».
Ambos contendientes han puesto de manifiesto su categoría personal en el desarrollo de este proceso electoral, y tras finalizar el mismo. Y ha quedado patente que la UC es diferente, alejada, afortunadamente, de la bronca que con origen en la política amenaza con contaminar todo. Son conscientes de cuál es el objetivo común, al margen de discrepancias, y que para alcanzarlo es imprescindible que todos los actores aúnen esfuerzos.
Muchos de los protagonistas habituales de la bronca política pasaron por la Universidad, pero es evidente que la Universidad no pasó por ellos.
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