¿Muertos de tercera?

Viene a cuento tan detestable aseveración a propósito de los 1.700 fallecidos que incluían las vergonzosas listas de espera sanitarias que ha acumulado el Servicio Cántabro de Salud. A buen seguro que a la inmensa mayoría de ellos su situación económica no les permitió acudir a la sanidad privada, para intentar resolver lo que no recibían de la pública. Es evidente que cuando estaban incluidos en esa relación se debía a que precisaban una atención que no les fue prestada, y cabe aventurar que su fallecimiento se produjo por la carencia de la misma, o bien esta provocó un desenlace fatal prematuro.

Era obligado para el Defensor del Paciente, asociación que defiende los derechos de los demandantes de atención sanitaria, dar traslado a la Fiscalía de esos 1.700 fallecidos a la espera de ser atendidos, en demanda de una exhaustiva investigación de lo sucedido. Y en estos días hemos sabido que la Fiscalía ha confirmado la apertura de diligencias de investigación al respecto.

Será esa instancia, y los tribunales si ha lugar, quienes determinen si ha existido delito, pero que la segunda comunidad con menor número de habitantes del país sea la que viene manteniendo pendientes de atención sanitaria a un mayor número de ciudadanos proporcionalmente, amén de ser absolutamente inadmisible, debería causar tal sonrojo a los responsables de la gestión sanitaria, como para meterse debajo de las piedras. Y solidariamente, quienes tuvieron la responsabilidad de gobierno y les nombraron. Algunos de los que hacen como que acaban de enterarse del desastre, y ahora exigen soluciones inmediatas, como si el problema no hubiera tenido nada que ver con ellos. Como si no fuesen responsables de nada. Como si considerasen que los muertos eran todos de tercera.