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Aunque compartamos el mismo espacio físico, vivimos en mundos muy diferentes, segregados por evidentes diferencias sociales y económicas. Que el mundo está mal repartido es una frase hecha, pero responde a una realidad cada vez más palpable, que las cifras confirman. Y lo que es ... peor, lejos de aproximarse entre sí, en una progresión hacia la deseable igualdad, los diferentes mundos en que vivimos se alejan. En todo el globo, en España y en Cantabria.
A nivel mundial, las cifras que nos presentan organizaciones como Oxfam Intermón y Acnur ponen los pelos de punta. El 82% de la riqueza que se genera va a parar al 1% más rico, y el 50% más pobre de la población mundial no recibe nada de la misma. En los últimos años, la desigualdad de ingresos se ha incrementado en casi todos los países, en algunos a gran velocidad, mientras la clase media se reduce progresivamente, y cerca del 56% de la población del planeta vive con entre dos y diez dólares al día.
Centrándonos en la tierruca, estamos –justificadamente– muy preocupados en estos últimos tiempos porque las evidentes e históricas diferencias entre comunidades autónomas de nuestro país se vean incrementadas por las concesiones que se anuncian. Nunca fuimos iguales. Los privilegios de las comunidades en las que medraron los nacionalismos datan no ya de los tiempos de la democracia, sino de la dictadura, por mucho que su permanente victimismo refiera maltrato. Cataluña quiere sumarse ahora a los privilegios económicos que ha venido disfrutando el País Vasco, para alarma del resto de comunidades, conscientes de que los recursos son finitos, y de que si se da más a unos, será en detrimento de otros. Ya lo decía una destacada figura del partido que está dispuesto a pilotar el incremento de la desigualdad entre los españoles por un puñado de votos, José Bono: «Los separatistas quieren comer aparte para comer más».
El resto tendremos que repartirnos lo que quede en la mesa, y para Cantabria se apuntan escenarios tan preocupantes como la posible pérdida de hasta 500 millones de euros. Seremos aún más desiguales.
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