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Estoy seguro de que María José Sáenz de Buruaga entró este viernes por las puertas de La Moncloa pensando que seguramente no todas, pero quizá algunas, o tal vez al menos unas pocas de sus reivindicaciones al presidente del Gobierno, en nombre y representación ... de todos los cántabros, iban a ser atendidas. Lo cierto es que salió, según sus palabras en la rueda de prensa posterior, «con pocas respuestas» y «sin ningún compromiso». «No hay avances significativos», afirmó, para concluir que, pese a su carácter «optimista por naturaleza», regresó a la tierruca desencantada. «No me voy satisfecha», sentenció. Y no podía estarlo, porque lo cierto, a tenor de su repaso de lo acontecido en la reunión, es que Pedro Sánchez no concedió nada de nada.

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