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La mayoría de los partidos políticos celebran sus comidas o cenas navideñas entre hoy y mañana. Unos tienen más que festejar que otros, haciendo balance del año que termina, y en la misma medida, la asistencia se verá potenciada o reducida respecto a años precedentes, ... en función de los resultados obtenidos. El PP, que ganó las elecciones regionales y municipales, seguro que verá incrementado el número de comensales esta noche, tanto por la euforia que generan los triunfos, como por la presencia de todos aquellos que gracias a ellos han accedido a diferentes cargos, y es obligado dejarse ver en esta cita, para preservar el estatus. En similar proporción, al PRC le sucederá lo contrario en la comida de mañana, precisamente por la pérdida de poder, que ha conllevado el correspondiente quebranto en el número de pesebres institucionales. Muchos estómagos ya no tienen motivo para seguir siendo agradecidos.
La reunión que suscita más morbo e interés, con diferencia, no es la de los ganadores, porque más que el predecible discurso triunfalista de María José Sáenz de Buruaga, interesa lo que diga Miguel Ángel Revilla. Y si la alocución de la primera es bastante previsible, la del segundo es una incógnita. Hay quienes pronostican que el veterano líder regionalista escenificará su despedida, y algunos hasta se atreven a vaticinar que apuntará a su sucesor/a. No faltan quienes auguran todo lo contrario: el líder no entrará en la cuestión de la sucesión, bien por propia decisión, bien porque se produzca durante el discurso un movimiento –más o menos orquestado– en el que los presentes acaben pidiéndole que no se marche. Y qué más quiere el ciego que ver…
En algo coincidirán los protagonistas de ambas reuniones que ostentan cargos en el Gobierno y el Parlamento: celebrarán la Navidad, y veremos si el fin de año, habiendo incumplido la Ley Autonómica de Transparencia, en vigor desde 2018, que obliga a los altos cargos y a los señores/as diputados/as a declarar sus bienes y actividades profesionales. Curioso argumento el del Parlamento, que no acata la norma porque revelaría «datos privados». Ni siquiera cumplen las leyes que promulgan. Feliz opaca Navidad.
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