Perdón y venganza

Dolores Gorostiaga y Eva Díaz Tezanos, que habían brindado su apoyo explícito a Pedro Casares, fueron dos de sus principales víctimas en 2017, aunque no las únicas. La actitud hacia su predecesora en el cargo y miembros de su equipo, sus intentos de desalojarla del Gobierno Regional, abrieron profundas heridas, que aún no habían cicatrizado. El respaldo de esos miembros del socialismo histórico reciente de la región, ha sido decisivo. El aspirante tuvo la entereza, o quizá el sentido de la oportunidad, para pedir perdón a los veteranos por las humillaciones de las que fue copartícipe, y estos perdonaron, apoyaron, y se vengaron. Pedro Casares ha conseguido su objetivo de relevar a su ex amigo. Según sus oponentes, optando por la única salida política que le quedaba, tras haber sido apeado de la Ejecutiva Federal, y con muy escasas posibilidades de repetir como candidato al Congreso si Zuloaga continuaba como Secretario General.

Tras la tempestad de las últimas semanas es poco probable -lo asumen ambos bandos- que retorne la calma. La crudeza del proceso ha vuelto a abrir nuevas heridas, que seguramente no habrán cicatrizado para el próximo ciclo electoral. A ello hay que unir la desafección hacia el partido que generan en sus potenciales votantes estas contiendas, y la complicadísima convivencia en los dos próximos años entre el grupo parlamentario y la nueva Ejecutiva Regional. Casares ganó. El PSOE pierde.