Peregrinos a Sevilla

Lo más paradójico es que esas dos listas antagónicas acuden al Congreso con la firme convicción de votar ambas exactamente lo mismo. Rivalizan sus integrantes en la adoración a su líder. Tampoco cabe otra postura si quieren seguir manteniendo la cabeza sobre los hombros, políticamente hablando. Los avisos a navegantes discrepantes han sido numerosos, y la última ejecución es de esta misma semana: el madrileño Juan Lobato. Ya lo dijo en su día Alfonso Guerra: el que se mueve, no sale en la foto. En tiempos de Sánchez, el que se mueve, se va a la puñetera calle.

En esta tesitura, compiten los cabezas de cartel de las dos listas cántabras por el parabién del amado líder, cara al Congreso Regional de primavera. Pablo Zuloaga, ninguneado finalmente por Ferraz en la pugna previa al cónclave andaluz que perdió por 10-9, aspira a recuperar el favor de un Pedro Sánchez a quien no agrada. Supuestamente, es más amigo de su tocayo Casares, muñidor en retaguardia de la rebelión cántabra. Si este continúa o no en la Ejecutiva Federal puede ser una señal de los deseos de cambio del todopoderoso jefe, por mucho que en las urnas haya cosechado estrepitosos fracasos. Lo contrario supondría un balón de oxígeno para Zuloaga, mejor tratado por los votantes. Veremos cuál de las dos facciones ve la luz en esta peregrinación a Sevilla.