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Tras más de cuatro décadas en esta profesión, y especialmente en estos tiempos que corren, es muy inusual que el ciudadano de a pie se ... sienta sorprendido por el titular de una noticia. El del pasado jueves en El Diario Montañés, que daba cuenta de la agresión a dos guardias civiles, cuyo vehículo además acabó despeñado por uno de los dos sujetos que se disponían a identificar, lo consiguió. Y más aún el subtítulo, en el cual se anunciaba un triste récord para nuestra región: en cabeza del ranking nacional de agresiones a agentes de la Guardia Civil, con 33 ataques en 2024, según datos de la asociación Justicia Guardia Civil. Es lamentable, y de todo punto inaceptable, que quienes están al servicio de los ciudadanos para asistirnos en cualquier incidencia y mantener el orden, padezcan este tipo de agresiones, que en muchos casos requieren, incluso, asistencia médica. ¿Dónde ha quedado el respeto a quien viste un uniforme, a quien, literalmente, pone en juego su vida para garantizar la seguridad de todos? Es intolerable resolver cualquier discrepancia mediante la agresión física, pero mucho más aún cuando se trata de un agente de la autoridad, en una democracia en la cual nos hemos dotado de vías para, si se produce, denunciar y sancionar cualquier tipo de abuso o irregularidad. El problema es que resulta difícil exigir a los ciudadanos respeto, cuando no lo muestran los padres de la patria, quienes deben dar ejemplo y legislar adecuadamente para proteger a policías y guardias civiles de los delincuentes. Empezando por el ministro que padecen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y continuando por personajes como la eurodiputada Idoia Mendía, que aseguraba el miércoles que no es necesario declarar a Policía Nacional y Guardia Civil como profesión de riesgo, «porque solo les agreden de vez en cuando». Ha olvidado los tiempos, no tan lejanos, en que era protegida de ETA por guardaespaldas de esos cuerpos. Respeto. Respeto para todos los ciudadanos, y especialmente para quienes visten un uniforme.P.D. No he tenido ni tengo ningún familiar en las Fuerzas de Orden Público.

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eldiariomontanes Respeto perdido