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Una gran mayoría de los lectores de El Diario reaccionó ayer entre la sonrisa y la carcajada al leer el titular de la primera página: « ... Los dos empresarios encarcelados por contratar a un sicario se declaran lesbianas». Si no fuera porque se trata de un periódico de seriedad y rigor contrastados en 122 años de historia, hubieran podido pensar que se trataba de una broma. Pero no, no lo era. El preciso relato del hecho –hombres de pelo en pecho y con barba, casados con sendas esposas– ofrecía datos suficientes para sospechar que se trata simplemente de una argucia para conseguir una estancia mucho más cómoda en el penal de El Dueso. Desde el punto de vista legal, nada que objetar, porque ambos/ambas mostraron su carné de identidad que, en efecto, acredita que son mujeres. Cambiar este aspecto en el DNI, como se describía en la noticia, es un proceso simple y relativamente rápido tras la entrada en vigor de la denominada 'ley trans'.
Es lamentable que una norma que pretende garantizar legítimos derechos a personas cuya percepción de su sexo no se corresponde con su anatomía, acabe abriendo puertas a aprovechados y delincuentes para obtener sus fines.
Presumen los promotores de la norma de progresistas. El progresismo, por definición, busca promover el cambio y el avance en la sociedad, pero cuando se legisla desde la intransigencia de posiciones ideológicas extremistas, sin atender a las recomendaciones de expertos y conocedores de la materia, se producen consecuencias desagradables. Recordemos lo sucedido con la ley de 'solo sí es sí', que ha acabado poniendo en la calle a cientos de violadores.
Un amplio sector del feminismo ya llamó la atención sobre la falta de medidas de la norma contra el fraude, y el caso que nos ocupa induce a sospechar que estamos ante un aprovechamiento espurio de la ley. Lamentablemente, puede haber muchos más. Cualquier hombre puede declararse mujer para conseguir una plaza reservada a éstas en un concurso público. En el mundo del deporte, un varón mediocre puede convertirse en figura en competencia con las féminas. Solo adoptando el sexo de conveniencia.
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Ana del Castillo
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