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Financiación Autonómica es el apellido que ha aprovechado en su temprana crisis la presidenta de Cantabria para añadirlo a la Consejería de Economía y Hacienda. La medida adoptada por María José Sáenz de Buruaga evidencia la lógica preocupación por este crucial asunto, y el temor ... a que se rompa el 'statu quo' que mantiene nuestra comunidad tras la promesa de la «financiación singular» para Cataluña y sus previsibles consecuencias.El sistema de financiación vigente hasta ahora se apoya en la solidaridad entre comunidades –exceptuando los privilegios supuestamente históricos de que disfrutan País Vasco y Navarra– de forma que las más pudientes económicamente colaboran al sostenimiento de servicios públicos de igual calidad para aquellas con menor capacidad económica. Así, Madrid es la que más aporta a la caja común –tres veces más que Cataluña, por cierto– y Cantabria la que disfruta de mayor financiación por habitante. 'In solidum', acepción de la solidaridad en el ámbito del derecho, conlleva colaboración y respaldo recíprocos y sin límites. La «financiación singular» para Cataluña significa romper el vínculo de lo común, sustituyendo la corresponsabilidad por una anunciada «aportación solidaria», cuya cuantía además pretende establecer unilateralmente el propio Gobierno catalán. En román paladino, una limosna para las comunidades pobres. Vergonzosa resulta la llamada a la insolidaridad entre las diferentes autonomías –establecida de facto por el acuerdo para la investidura de Salvador Illa– que se ha fomentado desde el Gobierno y el Partido Socialista, instando a que cada líder/lideresa territorial acuda presto/a a Moncloa para tratar de hacerse con la mayor porción posible del pastel, claro está, en detrimento del resto. No habrá un trato similar al de Cataluña para todas las demás comunidades, porque el cálculo está hecho: supondría 65.000 millones a las arcas del Estado. Y una cifra de ese calibre tan solo se puede compensar de dos formas: disminuyendo el gasto, que no parece un objetivo de este macrogobierno de 22 ministerios, o subiendo los impuestos, como ya ha deslizado Pedro Sánchez en alguna declaración. Efectivamente, la fiesta catalana la pagaremos entre todos.

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