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Han pasado 30 años desde que el grupo vallisoletano Celtas Cortos lanzó la canción de cuyo título acabo de apropiarme. Una áspera crítica de la indolencia de la sociedad frente a cuestiones tan importantes como la guerra, el hambre, la carestía de los alquileres, o ... la deforestación. Tristemente, tres décadas después, la mayor parte de los problemas denunciados en aquel tema a ritmo de música celta siguen vigentes, y más que nunca, se constata la apatía de la sociedad –de aquí y de allá– frente a los acontecimientos cotidianos.

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