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La gran prueba para el sanchismo son las elecciones de este año. Pedro Sánchez tiene que confirmar si la versión del socialismo español, encarnada en su liderazgo incontestable, ha venido para quedarse o se diluirá en las urnas como un episodio más de la historia ... del PSOE. El partido que fundó Pablo Iglesias y que se adaptó a la modernidad con Felipe González está ideológica y orgánicamente en fase de amortización una vez que el sanchismo lo ha colonizado y parasitado durante los últimos años. Pero se resiste a licuarse en una estructura personalista que le haría dependiente de la voluntad de un solo hombre que se reinventa incesantemente. A este año electoral el PSOE llega como una sigla sin músculo político ni institucional.
Sus órganos de dirección, en otras épocas contrapesos orgánicos y puño de hierro en la confección de listas y fijación de programas e ideas fuerza electorales, ahora son un mero decorado para los monólogos de Pedro Sánchez. Han desaparecido figuras políticas de prestigio en la constelación socialista como antaño los Rubalcaba, Solbes, Solana, Bono, Rodríguez Ibarra, Txiki Benegas, Alfonso Guerra. Ni en el Gobierno, ni en el partido, aparecen nombres con discurso propio potente. Por el contrario se ha producido una uniformidad de relato y argumentación marcada férreamente por el aparato con el que Sánchez se ha rodeado en la Moncloa. De cuando en cuando, alguna voz como la del presidente de Castilla-La Mancha, García-Page, se alza tímidamente en un humilde intento de desmarcarse de la centrifugadora sanchista que lo aspira todo.
Pero en esta coyuntura histórica en la que se juega la pervivencia del PSOE o su difuminación en el sanchismo la inexistencia de recambios para el liderazgo opera en contra de la histórica sigla. Los contendientes que le disputaron en su momento la secretaría general, Patxi López, Eduardo Madina o Susana Díaz, están desactivados. Tampoco existe el mínimo debate interno que pudiera actuar como contrapunto al personalismo sanchista. El PSOE se presenta a las elecciones pero a día de hoy es una sigla sin contenido, que carece de referencias programáticas porque esas las marca el presidente sin consultar. Hace unos meses nombró a Patxi López portavoz parlamentario en un intento de asociar su persona al partido pero el histórico socialista vasco, lejos de actuar como referente del socialismo de siempre, se ha convertido en una correa de transmisión de Sánchez. Si los resultados del 28 de mayo y de diciembre favorecen al presidente, el PSOE se mudará definitivamente en el partido de Sánchez.
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