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La Asociación de Vecinos de Cueto está de celebración: cumple 50 años de actividades, de reivindicaciones. El consultorio médico, el transporte público, el alcantarillado, el alumbrado, el polideportivo, el arreglo del lavadero, la limpieza del chapapote que manchó la costa, la realización de alegaciones al ... Plan de Ordenación del Litoral son algunas de las muchas actividades en las que se han implicado los vecinos de Cueto. ¿No es como para enviar una felicitación y animarlos a que continúen con su actividad y ejemplo?
La ciudad y los barrios los construyen los ciudadanos, día a día, conviviendo. Claro que la ciudad está formada por edificios –para diversas actividades y usos–, y por viviendas y calles y centros de salud y escuelas y residencias para mayores y centros cívicos y museos y parques… Pero el elemento clave es el grupo humano. Los edificios, las infraestructuras, no tienen vida. El alma de la ciudad, del pueblo, del barrio, lo constituyen las asociaciones, los grupos de personas que interactúan en esos espacios. Sin las actividades y sin el calor producido por el roce humano los territorios mencionados son lugares inhóspitos, fríos, desapacibles.
El 'sentido de barrio' surge cuando hay grupo, cuando existe una comunidad humana con unos retos y unos objetivos comunes. Pues bien, aquí aparecen en escena las asociaciones de vecinos. Referirnos a una asociación de vecinos es hablar de participación, de compromiso, de responsabilidad, de solidaridad. Asociarse es unir y coordinar energías, ideas, propósitos, para hacer frente a problemas comunes, con el objetivo de procurar una mejor calidad de vida para todos. Por otra parte, decir barrio es decir identidad, personalidad colectiva, orgullo de pertenencia, cultura común. Y problemas y proyectos que afectan al conjunto. Y una historia común y unos mismos paisajes.
Como es natural, la diversidad de asociaciones es grande, y también es muy diverso el nivel de participación de los vecinos, los objetivos que persiguen, las actividades que desarrollan, su funcionamiento y su historia. Pero, asumido lo anterior, pueden indicarse algunos rasgos comunes. En primer lugar, la asociación de vecinos es (o debe ser) un centro de animación sociocultural y un ámbito de reivindicación comunitario. Su fin es la calidad de vida y la solidaridad; es decir, el progreso social y material.
Cuando se desciende a aspectos específicos se observa que las asociaciones de vecinos suelen prestar atención a los problemas urbanísticos y a las infraestructuras del barrio (calles, iluminación, limpieza, zonas verdes) y a los equipamientos comunitarios (centro de salud, servicios sociales, escuelas, centros culturales y deportivos, centros de animación sociocultural…). Es decir, las asociaciones de vecinos se preocupan de reivindicar asuntos tan diferentes como que se establezcan medidas para que haya más seguridad ciudadana o que se construya un centro de día para personas mayores. Y, como se ha dicho, las asociaciones de vecinos constituyen un espacio de encuentro, de diálogo y de discusión, que contribuye a la formación de la comunidad. Las asociaciones de vecinos contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas y también a hacer una sociedad con mayor conciencia social, más cohesionada y con menos desigualdades.
La ciudad es de los vecinos y para los vecinos. No es del gobierno municipal, ni de los empresarios de la construcción, ni de los propietarios del centro comercial; tampoco es de los turistas. La ciudad es de todos y la hacemos, consciente o inconscientemente, cotidianamente, entre todos. Como consecuencia, los vecinos tienen el derecho y la obligación de participar, de ser activos en esa construcción de la ciudad (no participar, no decir qué nos gusta y qué rechazamos de nuestra ciudad, pueblo o barrio, influye en esos ámbitos, en los que vivimos actualmente y en los que habitarán nuestros hijos).
Si asumimos que la democracia se apoya en la participación, debemos concluir que es importante que existan asociaciones de vecinos y movimientos sociales que expresen sus opiniones y demandas. Estas asociaciones significan que la sociedad está viva, que no es pasiva. Por otra parte, si se quiere hacer política para y con la población, las instituciones y los partidos políticos deberían considerar a las asociaciones y movimientos ciudadanos como aliados en la tarea de construir unas ciudades y pueblos donde las personas disfruten de una calidad de vida cada día mayor.
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