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Entre los muchos cambios sociales habidos en España en las últimas cuatro décadas está la generalización de la práctica deportiva. Hace 40 años en España practicaban deporte cuatro gatos, y los cuatro eran jóvenes y hombres; hoy, por el contrario, en los parques y en ... los paseos de toda España vemos corriendo, en zapatillas deportivas, a centenares de mujeres y hombres; y vemos que, junto a los jóvenes, bastantes de esos corredores (o caminantes) son mayores, algunos de muchos años. Y esta misma pluralidad se puede observar en los gimnasios y piscinas que han proliferado en todas las regiones. Y también lo compruebo cuando voy al monte: los senderistas son de todas las edades y, por supuesto, hombres y mujeres. Esta diversidad, este acceso de todos a la práctica deportiva es un indicador de igualdad social; se trata de una conquista social. Efectivamente, la práctica deportiva de la población dice mucho de cómo es la sociedad.
Hace meses todos los medios de comunicación destacaron que la jugadora de fútbol Alexia Putellas había ganado, por segunda vez, un trofeo internacional de gran prestigio: el balón de oro. En mi entorno, hace tiempo una alumna me dijo que practicaba el boxeo y que quería hacer un trabajo sobre este deporte. Y otra comentó que practicaba el surf, y que le gustaría hacer un trabajo sobre al acceso a ese deporte de las personas que tienen alguna discapacidad. Está claro, las mujeres están conquistando otro ámbito: el de la práctica deportiva. Hoy en día, en nuestra sociedad, muchas mujeres practican deportes que hace pocos años solo eran desarrollados por varones. Por supuesto, hay mucho camino que recorrer para que exista igualdad entre hombres y mujeres, pero no se puede dejar de subrayar que los avances hacia esa igualdad son importantes.
¿Qué significa practicar deporte? En tiempos antiguos, en nuestra cultura, el deporte era una actividad propia de ricos; eran los privilegiados los que podían dedicar su tiempo a jugar y a competir. La gran mayoría de la población adulta apenas disponía de tiempo libre; su jornada cotidiana consistía en trabajar y descansar para seguir trabajando. Las competiciones y juegos se reservaban para algún día extraordinario, alguna festividad, y poco más. En la actualidad, en la sociedad de la abundancia, disponemos de mucho tiempo libre y parte de ese tiempo lo podemos dedicar al ocio, al juego, a la práctica deportiva.
El deporte, en primer lugar, es una actividad recreativa; deporte y juego son términos sinónimos. Pero, como sabemos, el deporte implica mucho más: influye en la salud y en el estado de ánimo. Y sirve para relacionarnos con los otros, para hacer amigos y ocupar el tiempo libre. Tampoco hay que olvidar que la práctica deportiva también es un elemento de distinción social, y, además, una forma de identificarnos. Practicar deporte es, asimismo, un estilo de vida. Y, por supuesto, detrás del deporte hay un gran negocio; sí, existe un importante componente económico, y también político.
El deporte cumple una importante función: fomenta valores básicos. El valor del esfuerzo, la cooperación, el juego limpio, el respetar las normas de juego, respetar al rival.
Algunos deportistas, nos dan ejemplo, son maestros de la vida. Rafa Nadal es reconocido como un extraordinario deportista, pero, además, es un ejemplo por su capacidad de superar las adversidades, por trabajar duro, y por sus buenos modales. Cuando Queralt Castelle, ganó la medalla de plata en los juegos olímpicos de invierno de Pekín declaró: «Nada bueno llega fácil».
Frente a la vida regalada, frente al hedonismo cotidiano y vacío de sentido, hay que hablar de la importancia del esfuerzo, el sacrificio, la constancia, el espíritu de superación. En este sentido, son fundamentales los valores del deporte: superación; trabajo sistemático; saber ganar y saber perder; aprender a levantarse después de la caída; resistir; asumir la frustración; trabajar en equipo y ayudar al compañero; ser generoso y solidario.
Concluyo. Si admitimos que la práctica del deporte es importante, debemos tomar medidas para que todo el mundo pueda practicarlo. Por tanto, hay que fomentarlo desde la infancia, y esta actividad física también tiene que estar presente en las residencias de mayores.
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