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Lo que observo en la política española no me gusta. Con frecuencia, las noticias de la prensa me preocupan, me indignan, me producen tristeza. Leo y escucho sobre el comportamiento de Aldama-Koldo-Ábalos… En el Parlamento se desarrolló una agria polémica por la convalidación ... de penas a los asesinos de ETA. Hace poco las descalificaciones mutuas fueron por la llamada Ley de Amnistía. Y no han cesado las duras discrepancias sobre el Acuerdo Económico con Cataluña. El 'caso Errejón' ha dejado perplejos a propios y a extraños. Las informaciones desmoralizan y muchos se preguntan: ¿a quién creer?
La tragedia provocada por la DANA en la Comunidad Valenciana ha puesto de manifiesto que el sistema político tiene un problema. La colaboración entre administraciones no ha funcionado. Los líderes no han estado a la altura de las circunstancias, y la discusión de los partidos provoca vergüenza ajena. La frustración y el enfado de la población es comprensible. Algunos llegan a cuestionar la eficacia del Estado y gritan 'solo el pueblo salva al pueblo'.
Ante este penoso panorama, ¿cómo no reaccionan nuestros representantes políticos? ¿A qué esperan? ¿En qué ha quedado la promesa-esperanza de una 'nueva política' que anunciaron algunos? Debería preocupar que los ciudadanos estén decepcionados con la 'clase política' y las instituciones. Tenemos que creer en el sistema democrático, en el Estado de Bienestar, en la participación social, en la justicia social. No se puede romper el pacto social. La población debe poder confiar en los dirigentes de los partidos y de las instituciones. El peligro de los populismos y de las autocracias, está ahí.
Menos mal que frente al desastre provocado por las inundaciones ha surgido el valor de los voluntarios, se ha puesto en pie la generosidad anónima, la fuerza de la solidaridad, la empatía del vecino y de los ciudadanos de otra región. Como es sabido, las circunstancias extraordinarias muestran cómo son los individuos y los pueblos; sí, se descubren las cobardías y los gestos heroicos. Se pueden distinguir a los dirigentes inútiles e irresponsables de los que son conscientes de su deber.
Tengo la impresión de que somos bastantes los que nos sentimos 'huérfanos de partido'. Por lo que escucho, concluyo que la desafección política está creciendo (varias personas me hacen comentarios semejantes al siguiente: «¡No puedo ver las noticias, me pongo de mal humor!»). Los estudios del CIS dicen que muchos españoles señalan que entre los principales problemas del país se encuentran los asuntos políticos y, específicamente, el mal comportamiento de los políticos. ¿Tengo una percepción errónea?
No son pocos los ciudadanos que ven con desconfianza lo que ocurre en el Parlamento. El «Y tú más» no puede ser un argumento político. Y tampoco puede ser que la dinámica entre los partidos produzca desasosiego en los ciudadanos. La crispación política es un mal indicador del estado de la sociedad. Los dirigentes deben resolver los problemas del país y procurar el bienestar del conjunto de los ciudadanos a través de consensos generales sobre los grandes asuntos.
Nuestros representantes políticos deben ser ejemplares y dar muestras de honestidad y de rigor. Los ciudadanos tenemos que poder estar orgullosos de su comportamiento. Además, estos líderes deben hacer propuestas ilusionantes pensando en el interés general, y dejando en un plano muy secundario el interés del partido (por supuesto, el egoísmo personal nunca debería existir en un representante público). La población quiere que predomine el acuerdo en los asuntos básicos y, como telón de fondo, la armonía social.
¿Cómo poner el cascabel al gato? La responsabilidad es compartida. La política nos concierne a todos, y afecta a los diversos ámbitos de la realidad: economía, educación, sanidad, pensiones… Las decisiones políticas influyen en la calidad de vida y en la convivencia; por eso es un problema que aumente el desinterés por la política y la desconfianza en las instituciones. Participar en la 'cosa pública' es una obligación de todo ciudadano. Si 'pasamos' de la política algunos van a decidir por nosotros. Debemos decir cuáles son nuestros problemas, qué nos gusta, qué rechazamos y qué sociedad queremos.
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