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Uno. La canción dice: «Feliz Navidad, próspero año y felicidad». E indica algo que resulta fundamental: «Desde el fondo de mi corazón»; es decir, subraya que es un sentimiento sincero, profundo, auténtico; que no se trata de un mensaje superficial, de compromiso o falso.
Felicitar ... las fiestas no solo es una costumbre, es una necesidad social; es preciso fortalecer los vínculos con las personas que nos rodean. Es preciso parar la carrera diaria para transmitir algunos mensajes fundamentales: Me acuerdo de ti; Para mí eres importante; Te quiero; Te doy las gracias; Te pido perdón; Te deseo todo lo mejor; Cuenta conmigo. ¿Cómo no expresamos estos sentimientos todos los días? ¿Cómo los olvidamos?
En estos días yo felicito a la gente que aprecio, a los más próximos y también a algunas personas que apenas conozco, pero con las que coincido en la vida cotidiana y que me tratan con amabilidad. Todos los años escribo felicitaciones y acompaño el mensaje con la foto de un nacimiento que para mí tiene un valor especial: me lo regaló mi hermana y me recuerda el cariño de todos los miembros de mi familia, de los que están y de los que ya nos han dejado.
Dos. Una abuela está todo el día ajetreada; está preparando las fiestas. Está nerviosa, en ocasiones refunfuña: ¡Qué caro está todo! ¡Hay demasiada gente en todas partes! ¡Es el último año que me meto en este lío, el próximo quiero ir a mesa puesta! Pero sé que está encantada. En su casa se van a reunir hijos y nietos y quiere recibirles muy bien. Ha adornado la vivienda, y ha preparado los muebles y los platos para recibir a la «tropa». Y ya tiene pensada la comida especial, la de todos los años.
Este año está especialmente ilusionada poniendo el nacimiento. Quiere ver la reacción de su nieto de 4 años. Me cuenta que se ha recorrido media ciudad para comprar diversas figuras; me explica que ya tenía las piezas fundamentales, la Virgen, San José y el Niño (¡Qué feas son todas las figuras del Niño Jesús!, me dice), y también los Reyes Magos y el ángel, pero quería poner pastores, animales: unas ovejas, unas gallinas, unos patos, y un río… Y, claro, me dice, las figuras no pueden ser de barro, tienen que ser de plástico para que el nietuco las pueda coger.
La tradición que acabo de describir es valiosa. Los símbolos que están en la base del nacimiento son muchos, diversos e importantes. Las figuras aluden al nacimiento de la vida (unos creerán en la llegada del Niño Dios y otros destacarán la renovación del ciclo vital), a la familia, al valor de la ternura, al valor de la sencillez frente a la riqueza, a la capacidad de comprensión de la gente humilde.
Tres. Necesitamos ocasiones para reunirnos y darnos un abrazo, y compartir, y escucharnos, y recordar, y mantener ciertas costumbres, y propiciar la continuidad social. Periódicamente necesitamos parar la actividad cotidiana; es preciso reunirnos y hacer algo extraordinario. De esta manera fortalecemos el «sentido del nosotros» y subrayamos la identidad social. En todas las culturas se desarrollan fiestas estacionales (normalmente vinculadas con las actividades agrícolas), y religiosas, y comunitarias, y familiares. Se conmemora un acontecimiento histórico, o político, o un triunfo deportivo; se celebra una devoción religiosa; se recuerda un desastre; se evoca el nacimiento o el fallecimiento de una persona ejemplar. Y es común celebrar el cumpleaños de las personas que queremos o el aniversario de boda. Todas estas ocasiones excepcionales, sirven para darnos cuenta de que no estamos solos, que formamos una comunidad y que existe solidaridad entre nosotros.
Cuatro. No se me escapa que muchos aspectos de estas fiestas son criticables. Los intereses comerciales cada día están más presentes: incitados por la publicidad compramos-gastamos en exceso; sí, el consumismo, toma las calles. Se reciben felicitaciones de compromiso. Las prisas y las aglomeraciones son desagradables. Los villancicos repetitivos se convierten en ruido. Hay reuniones, comidas y cenas, que son una penosa obligación social. Y también es común comer y beber en exceso. Hay quien critica que se va perdiendo el sentido religioso y otros señalan que nuestras tradiciones se están sustituyendo por influencias culturales ajenas. Y no se puede olvidar que en estos días hay gente sola y personas que sufren.
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