Las geniales entrevistas de Álvaro Pombo

Modestamente, quiero destacar su enorme capacidad para dialogar. A Álvaro Pombo le gusta hablar, le encanta charlar. Escuchar sus intervenciones informales es una delicia, y se aprende mucho. Si buscan las entrevistas que, tanto en la radio como en la televisión, le han hecho en múltiples ocasiones. Se encontrarán a una persona muy simpática; un intelectual importante, un pensador con criterio, un gran comunicador. Seguro que después de atenderle, les queda una sonrisa en el rostro y, además, la impresión de que han escuchado reflexiones profundas expresadas de forma muy amena.

He visto documentos antiguos: una entrevista que le hizo Fernando Sánchez Dragó' en el programa de televisión 'Las noches blancas'; una entrevista, de Mara Torres en el programa 'El Faro' de la Cadena Ser, y otra de Rubén Villalba en 'El entrevistólogo'. En todas, Álvaro Pombo pone de manifiesto su extraordinaria capacidad comunicativa. Cualquier pregunta le da pie para improvisar un discurso brillante e ingenioso. Refiriéndose a asuntos cotidianos muestra un pensamiento profundo; utiliza referencias filosóficas, y salpica sus diálogos con citas de autores clásicos, desde Aristóteles a Cervantes. Pero su erudición resulta magnífica al intercalarla con una anécdota sencilla, y nos hace reír.

En la última de las entrevistas citadas, Pombo recuerda las cuatro preguntas de la filosofía kantiana: qué puedo hacer, qué debo hacer, qué puedo esperar y qué es el hombre. Y, seguidamente, explica que el mundo es fascinante, y que las personas que nos rodean también lo son, y que debemos estar en estado de alerta, ser aplicados y prestar atención al mundo, que hay que leer el periódico y leer historia. Y habla de la importancia de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Y destaca el valor de la paciencia, de la nobleza, de la capacidad para entender a los otros y de cuidar a los otros. Habla de la educación del carácter. Señala que el profesor debería hablar con los alumnos y no solo dar una clase. Y advierte que la verdad no es un absoluto, y que para conocer la verdad hay que dar muchas vueltas y revueltas, y que hay que meditar. Y critica a los líderes políticos que solo saben brujulear y que carecen de ideología y de pensamiento.

Efectivamente, es recomendable leer y escuchar a Álvaro Pombo.