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1. En las últimas cinco décadas en España se ha producido rápido cambio económico, político, social y cultural. Esta transformación se ha reflejado en la familia. Ha cambiado el modelo familiar, las relaciones entre sus miembros, los roles y los estatus, las normas y los ... valores. Del mismo modo, han cambiado las expectativas sobre la pareja y las aspiraciones individuales.
Los jóvenes del siglo XXI tienen una concepción del matrimonio, de la maternidad y de la paternidad distinta a la que tenían sus padres. Son dos generaciones que se han socializado en mundos diferentes; sus estilos de vida, sus prioridades, sus aspiraciones, sus problemas y retos son muy distintos.
Hemos pasado de una familia extensa a una nuclear, y de este modelo predominante a la situación actual en la que coexisten diversas formas familiares y/o de convivencia. En el mundo anterior la mayoría aspiraba a casarse siguiendo la norma religiosa: para toda la vida y pensando en los hijos «que Dios nos dé». Por el contrario, en la sociedad postindustrial-postmoderna las prioridades de muchas mujeres jóvenes son otras; planifican su vida incluyendo diversas facetas: el desarrollo profesional, las relaciones afectivas de pareja, las actividades de ocio..., y los hijos.
Las abuelas ya no dicen a las nietas: «¿Cuándo te casas?», «¿Cuándo tienes niños?» Por el contrario, sus madres y el conjunto del entorno social les dicen: «Fórmate bien y encuentra un empleo estable». Hemos pasado de una sociedad rígida a unos «tiempos líquidos», de unos esquemas sociales uniformes a una realidad plural y cambiante.
2. Las investigaciones sobre la familia indican que en la sociedad actual se prioriza la pareja frente a los hijos. Los hijos son una elección, no un destino. Como consecuencia de la secularización de la sociedad, ha disminuido la influencia religiosa en la formación de la familia. Se planifica la familia. Las relaciones entre los miembros de la familia tienden a ser igualitarias y las decisiones se toman entre todos, mediante una 'negociación'. Los roles y los estatus hombres y mujeres tienden a la igualdad. Las relaciones entre padres e hijos son mucho más próximas que en la sociedad anterior. Las técnicas de reproducción asistida también cambian la concepción de la familia.
3. Las pautas demográficas básicas han cambiado: disminuye la tasa de fecundidad; disminuye el tamaño medio de los hogares; aumenta la esperanza de vida. Estamos en una sociedad de ancianos, hay pocos niños y muchas personas viven solas. Ha crecido el valor del ocio, mientras que ha disminuido la aspiración de tener descendencia. También, ha caído la nupcialidad: muchos jóvenes no se casan; se retrasa la formación de la pareja estable y se retrasa la llegada del primer hijo.
Los jóvenes sufren una 'crisis de inserción laboral': si no encuentran un empleo estable y de cierta calidad no pueden independizarse de sus padres y tienen difícil formar una familia y tener hijos. Por otra parte, si en la sociedad actual, en 'el mundo líquido', las relaciones personales son inestables, si la pareja es frágil, ¿cómo atreverse a tener descendencia?
Muchos jóvenes desean viajar, salir con los amigos, no tener horarios y disfrutar. Desde esta postura, perciben que la responsabilidad de los hijos les llevaría a prescindir de esas actividades. Su discurso es del tipo: «Cuando tenga más años, cuando ya haya disfrutado, cuando tenga un empleo estable, entonces tendré descendencia, pero no tendré tres hijos como mis padres».
4. He consultado a un grupo de jóvenes sobre su proyecto vital. Pues bien, los argumentos citados se confirman. Para la mayoría el desarrollo profesional es una prioridad; también valoran mucho poder disfrutar de sus aficiones. En el otro extremo, los hijos constituyen el aspecto menos importante. El comentario de una joven es clarificador: «Tener hijos no es prioritario; les tendría en condiciones muy específicas: trabajo estable, domicilio propio, un sueldo para garantizar una buena vida y tener pareja estable». En relación con la posibilidad de casarse la mayoría lo tiene claro: desean tener una relación de pareja estable, pero consideran secundario el rito religioso o civil del matrimonio. Un último dato, cuando se comparan las respuestas de los varones y de las mujeres se aprecia que éstas, en mayor proporción, subrayan que los hijos son importantes.
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