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A estas alturas no voy a descubrir a nadie quién es Fernando Savater. Pero, con su permiso, quiero proclamar mi admiración por su trayectoria y su obra. Para mí es un referente. Considero que es un intelectual brillante. Un ciudadano comprometido con la libertad. Se ... pronuncia sobre los principales debates públicos, y asume las consecuencias.
Es valiente; lo fue en su día contra ETA, anteriormente se manifestó contra la dictadura de Franco y en los últimos tiempos discrepa contundentemente con la actuación del gobierno de Pedro Sánchez. (Esta postura, junto con el rechazo a la línea editorial de El País, provocó que fuera despedido de las páginas del periódico –en la actualidad sus opiniones aparecen en el digital The Objetive–).
Savater es un enseñante, en la universidad, en los libros y en los medios de comunicación. Además, algunos de los que le seguimos observamos que Savater logra algo difícil: una trayectoria coherente entre su actuación y su discurso. Cuando se le critica por apoyar a diversos partidos políticos cita una frase de Churchill: «He cambiado de partido para no tener que cambiar de ideas».
Fernando Savater responde plenamente al título de intelectual: un pensador con conocimientos rigurosos que, críticamente, reflexiona sobre la realidad social, y transmite sus criterios al conjunto de la ciudadanía. Fernando Savater contribuye a formar a la opinión pública.
Además de sus muchas publicaciones, para conocer más sobre su trayectoria vital conviene leer «Mira por dónde. Autobiografía razonada».
Descubrí a Savater en 1976, con el ensayo 'La Infancia recuperada'. Encontré a un filósofo que, de forma aguda y con un lenguaje claro, exponía las virtudes de los clásicos relatos de aventuras: desde 'La isla del tesoro', de Stevenson, hasta 'Cinco semanas en globo', de Julio Verne; 'El hombre invisible', de G. H. Wells; 'Colmillo blanco', de London, 'El escarabajo de oro', de Poe; 'El león de Damasco', de Salgari; 'Diez negritos', de Ágatha Christie; 'El Aleph', de Borges. Años más tarde, en 'Criaturas del aire' (1979), Savater prestó atención a Sherlock Holmes, Drácula y Tarzán. Y en el año 2008 publicó: 'Misterio, emoción y riesgo. Sobre libros y películas de aventuras'.
Uno de sus libros tiene un título revelador: 'Misterios gozosos' (1995). Alude a algunos de los asuntos que le interesan, y puede observarse su visión del mundo. Opina-argumenta sobre gozar en libertad (hace un elogio de la taberna, de la gastronomía, de la buena vida… Subrayando que la libertad implica la responsabilidad de tener que escoger). En otro capítulo señala que se puede disfrutar y aprender de las peripecias de Guillermo Brown o de King-Kong. Además, llama la atención sobre 'El regocijo de la polémica'. Efectivamente, a Savater le gusta discutir, y lo hace bien: con rigor, con brillantez, educación… y habitualmente con una sonrisa.
Su pensamiento está expuesto en multitud de textos, entre ellos quiero destacar: 'Instrucciones para olvidar El Quijote' (1985); 'Diccionario filosófico' (1995); 'El valor de elegir' (2003); 'Ética de urgencia' (2012) y 'Solo integral' (2021). En sus argumentaciones, Savater se apoya, entre otros, en Voltaire, Kant, Spinoza, Camus, Nietzsche y Cioran.
En el ámbito del pensamiento social ha prestado especial atención a asuntos-conceptos como: el nacionalismo, el terrorismo, la tolerancia, la ciudanía, la Constitución y el Parlamento. En 'Perdonen las molestias' (2001) se recogen artículos críticos con los nacionalismos, especialmente el vasco, y la actuación de ETA. En una perspectiva general, en el libro 'Panfleto contra el Todo' (1978) se encuentra una buena fundamentación de su actitud crítica.
La reflexión sobre la educación ha constituido una parte significativa de su obra. En este campo es recomendable el libro 'El valor de educar' (1997). En 'El valor de elegir' (2003) defiende la educación cívica en el sentido de: «La preparación que faculta para vivir políticamente con los demás en la ciudad democrática, participando en la gestión paritaria de los asuntos públicos y con capacidad para distinguir entre lo justo y lo injusto». Con frecuencia también tengo el atrevimiento de recomendar dos libros que considero básicos: 'Ética para Amador' (1991) y 'Política para Amador' (1992).
Con sus enseñanzas, Savater contribuye a que seamos algo más libres, y con su crítica social se construye una sociedad más democrática.
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