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Uno. La población de España envejece; y más en algunas regiones como Cantabria. Se ha hablado de 'La sociedad anciana'. Este cambio demográfico exige tomar medidas: hay que desarrollar políticas para fomentar la natalidad y políticas para atender a los mayores (y, también, hay ... que planificar-ordenar la llegada de inmigrantes, 'capital humano' necesario para el desarrollo del país). Me detengo en la situación de los mayores.
Hablar de los mayores no es referirse a 'los otros', es pensar en nuestros abuelos, padres, familiares y vecinos. Y también, inmediatamente, implica pensar en nosotros mismos: si logramos que hoy se atienda bien a los mayores estaremos procurando que mañana nos atiendan bien a nosotros. Es decir, el asunto nos concierne directamente a todos.
La forma en que tratamos a los ancianos dice mucho de cómo es una sociedad y, también, de cómo somos las personas. Me encantaría que España fuese el país del mundo con los mejores equipamientos y servicios para atender a los mayores. Y, desde otra perspectiva, que los españoles fuésemos la población que con mayor respeto, consideración (y cariño) tratase a los mayores. Pero soy escéptico
Mis deseos se basan en argumentos fáciles: 1. Se lo merecen: nos han ayudado a crecer y han trabajado mucho para que nosotros vivamos mejor. 2. No atenderles ahora, que necesitan ayuda, es una falta de solidaridad, es una manifestación de egoísmo. 3. Cuando se mencionan principios-valores como la igualdad o la no discriminación; cuando se destacan proyectos como lograr una sociedad cohesionada; cuando se proclama que no se debe dejar atrás a ninguna persona, no se puede olvidar a los ancianos que tienen carencias y necesitan ayuda.
Dos. Si atendemos a los medios de comunicación obtenemos una primera impresión sobre la situación de los mayores. Así, entre otros problemas, en las últimas semanas, he escuchado los siguientes: 1. Se denuncia que, en diversas zonas de España, algunas residencias de ancianos dan una comida que en absoluto es la correcta; que el trato a los mayores no es adecuado; que falta personal, y que no se inspecciona con rigor el funcionamiento de estas organizaciones. 2. Las entidades financieras continúan sin dar el servicio que se merecen nuestros abuelos (y esa falta de consideración se extiende a organizaciones públicas y privadas). 3. La gestión del cobro de la pensión se retrasa varios meses.
Por el contrario, he recogido las siguientes buenas noticias: 1. La nueva normativa de Cantabria limita a 120 plazas el tamaño de las residencias, y los centros se organizarán en módulos de 30 personas para lograr una atención personalizada. 2. Cerca de 2.000 alumnos han participado en charlas sobre el buen trato a las personas mayores. 3. El alcalde de Valdáliga menciona que una de sus prioridades es hacer pisos tutelados.
Tres. Los equipamientos y recursos para atender a los mayores han mejorado mucho. Pero se debe hacer mucho más. En mi opinión, son necesarios, entre otros, los siguientes recursos y actuaciones:
–Más y mejores residencias de ancianos; y más pisos tutelados; y adaptación de las viviendas para las personas con problemas de movilidad; y ayuda a domicilio; y centros de día; y teleasistencia.
–Hay que formar y contratar a más especialistas en Geriatría y Gerontología.
–Debe mejorarse la dotación de los Servicios Sociales especializados en la atención a los mayores. Hay que desarrollar más programas de animación sociocultural. Se deben realizar programas contra la soledad de los mayores. El voluntariado social es importante.
–Son fundamentales las campañas dirigidas a toda la población para que se trate con consideración a los mayores. Esta formación y concienciación debe ser prioritaria entre los profesionales que tratan con mayor frecuencia a los ancianos: sanitarios, funcionarios, empleados de entidades financieras… Los jóvenes también deben escuchar estos mensajes. En definitiva: en la vida cotidiana, en todos los ámbitos, la actitud y los comportamientos de la población deben responder a lo que vengo diciendo: respeto, amabilidad y ayuda a los mayores. En la escuela y en la familia se debe educar en el respeto a los ancianos. Y los medios de comunicación deben hablar de la situación de los mayores: de sus necesidades y de sus aportaciones.
–Debe actuarse ante el problema de la brecha digital y de la burocratización tecnológica. No sólo se trata de que los mayores aprendan a manejar un ordenador y un teléfono móvil, se trata, también, de proporcionar una atención individualizada a las personas que no tienen esas habilidades.
–En relación con el empleo, si se quiere que los trabajadores mayores continúen trabajando, hay que establecer planes específicos: reducción de jornada, liberación de determinadas tareas, ocupación de puestos específicos.
–Hay que desarrollar programas que preparen para la jubilación.
Por supuesto, todo lo anterior debe encuadrarse en un análisis de necesidades y, después, en unos planes gerontológicos, a nivel nacional, regional y local, que se traduzca en programas de actuación y, por supuesto, dotados de recursos humanos y económicos. Estos programas y acciones contribuirán a la calidad de vida de los mayores y, además, generarán puestos de trabajo (se habla de una 'economía de los cuidados').
Concluyo. Los mayores tienen que hacer oír su voz y exigir sus derechos. Y tienen que ser conscientes de que pueden aportar mucho a la sociedad: la capacidad de trabajo no desaparece con la jubilación; la experiencia acumulada y su ejemplo son muy valiosos.
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