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Uno. Discúlpenme que recuerde algo que es elemental. Según la etimología, la palabra «pacto» viene del latín pactum y comparte la misma raíz que paz. Y el diccionario de María Moliner precisa que significa: acuerdo, convenio, tratado, y también alianza; y más adelante señala que ... pactar es: «Decidir dos o más personas una cosa en la que están todas conformes y que todos se comprometen a cumplir; se trata con frecuencia de cosas para asegurar o mantener la paz o armonía entre los que pactan». Y continúa: «Contemporizar o transigir; renunciar al sostenimiento de cierta actitud opuesta a la de los otros, aviniéndose a hacer concesiones»
Como otras personas, no pocas, opino que sería bueno para el conjunto de la sociedad alcanzar grandes acuerdos. Pactos sobre educación, sanidad, pensiones, medio ambiente, política exterior… Sí, Pactos de Estado para hacer frente a los retos más importantes que tiene el país y para desarrollar programas con cierta continuidad. Comparto la idea de una «gran coalición» entre el centro derecha y el centro izquierda; efectivamente, como ocurrió en Alemania y, en otros términos, como ha sucedido en algunos municipios españoles.
Dos. Desde una perspectiva general, en la actual sociedad española la ideología, como otros comportamientos y actitudes políticas, se distribuye próxima a una «curva normal simétrica» (si pensamos en las calificaciones de un grupo escolar entorno al 5, al 4 y al 6). Según Ignacio Urquizo, «el hombre medio en España es de centro, aunque ligeramente escorado a la izquierda». Aunque, como a ningún observador se le escapa, la sociedad española es plural en opiniones, actitudes y estilos de vida, y diversa en circunstancias socioeconómicas y personales; en el campo de las posturas políticas, lo anterior se traduce en que también se vota a partidos de extrema derecha y extrema izquierda, y, asimismo, hay opciones nacionalistas e independentistas de derechas e izquierdas.
Tres. Para convivir necesitamos llegar a acuerdos, necesitamos pactar. Es lo que hacemos cotidianamente en todos los grupos: en la relación de pareja, en el grupo de amigos, en el trabajo, en la comunidad de vecinos. Permanentemente hacemos esfuerzos para llegar a acuerdos por el bien de todos, para lograr un objetivo común. Esa búsqueda del consenso implica renunciar a algunas posiciones e intereses particulares y, además, asumir dos normas básicas: respetar al otro y asumir lo acordado.
En la historia de la sociedad se observa la búsqueda de fórmulas para lograr el acuerdo y la paz. La experiencia indica que ningún grupo puede mantenerse por mucho tiempo en el poder usando la fuerza. El acuerdo y la paz es lo que trae el progreso. Trabajar para el bien común y para reducir al máximo las desigualdades, lleva a la integración social, a la armonía, a la buena convivencia.
La historia del pensamiento social relata las propuestas para perseguir esa convivencia pacífica. Desde perspectivas distintas, Platón y Aristóteles subrayaron que la cooperación es fundamental para la vida comunitaria. Thomas Hobbes, en «Lebiatán», señala que la paz solo se logra si todos aceptan un contrato social. Locke también habla de un pacto, un acuerdo, para el bien común. Y Rousseau y John Rawls. Y, desde otras perspectivas, habría que mencionar por ejemplo la Doctrina Social de la Iglesia y recordar que el Estado de Bienestar es un tipo de acuerdo social para procurar mayor igualdad, desarrollo y paz.
Coda. Dos últimas referencias. Primera. Entre abril y mayo, la Fundación BBVA realizó el estudio «Cultura Política en España»; entre otros resultados, concluye que una mayoría relativa de los españoles considera que sería positivo un pacto de gobierno entre el PP y el PSOE (aunque también consideran que no se llegará nunca a tal acuerdo). Segunda. El último número de la publicación «Nueva Revista», editada por la UNIR (y este número en colaboración con la Fundación Felipe González), se titula «Pactos». En la presentación, el profesor José Ignacio Torreblanca, dice: «Un país que pacta es un país que progresa». Más adelante Felipe González señala: «Pónganse de acuerdo»; y el catedrático de la Universidad de Gotemburgo Víctor Lapuente indica: «La paradoja de nuestro tiempo es que cada vez hay menos diferencias sustantivas entre los programas de los grandes partidos, pero cada vez es más difícil que lleguen a pactos».
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