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Uno. Querer ir más allá, progresar, mejorar, inventar, imaginar otra forma de vivir, soñar, son rasgos que caracterizan al ser humano. La historia del ser humano es un intento por hacer realidad sus proyectos. El mono curioso es también un mono inventor y un ... soñador. El animal humano no puede permanecer quieto, la actividad es su estado natural, es su comportamiento habitual.
Cuando hablamos de progresar nos referimos a buscar otra solución a los problemas, pensamos y actuamos para desarrollar otra manera de hacer las cosas y/o de relacionarnos entre nosotros, con los que forman parte de otros grupos y con el medio ambiente. Pretendemos que la realidad cambie por otra mejor.
Dos. El año 2016, David Foenkinos publicó la novela 'La biblioteca de los libros rechazados' (fue llevada al cine en 2019). En ella se cuenta que una singular biblioteca reúne los libros que han sido rechazados por las editoriales. Un buen día, una editora, por casualidad, descubre en sus estanterías una obra maestra. El texto se convierte en un éxito comercial y algún crítico literario se queda perplejo.
¿Cuántos manuscritos de novelas, poesía o ensayos se han quedado en un cajón? ¿Cuántas buenas ideas de inventores están perdidas en el archivo de las patentes? ¿Cuántos proyectos arquitectónicos, urbanísticos, de infraestructuras se han frustrado? ¿Cuántas buenas ideas científicas se han desechado?
Tres. Como es sabido, no siempre se adopta el mejor proyecto o la mejor solución. No siempre triunfan los mejores. ¿Qué hace que una idea o un proyecto se ponga en práctica y que, por el contrario, otro se quede en un cajón? Los elementos que influyen son muchos y diversos. En primer lugar, influye el contexto de necesidad y de oportunidad. Efectivamente, es común que el problema-necesidad provoque que se busquen soluciones y se formulen propuestas. En este sentido, si el proyecto ve la luz en el momento oportuno y en el sitio conveniente tendrá muchas posibilidades de éxito. Por supuesto, el proyecto debe ser viable y debe contar con los recursos necesarios (en la lógica de evaluación de programas y proyectos se habla de evaluación de contexto, evaluación de necesidad, evaluación de formulación…). Tampoco puede olvidarse que hay que saber 'vender' la idea y, además, en ocasiones influye la diosa fortuna.
Por otra parte, con demasiada frecuencia, un proyecto es aprobado, o por el contrario rechazado, no por su diseño, por sus virtudes-carencias técnicas, no por las prioridades de la institución o entidad a la que se ha presentado, no por los recursos necesarios para llevarlo a cabo, y tampoco por haber sido comparado con otras propuestas, sino por un aspecto 'periférico', pero fundamental: la decisión del evaluador, del juez. El saber popular lo tiene muy claro: «El que tiene padrino se bautiza». Lamentablemente, como a nadie se le escapa, en demasiadas ocasiones, el amiguismo, los vínculos ideológicos, los intereses grupales, incluso el egoísmo personal, están detrás de que una propuesta reciba el visto bueno. En sentido contrario, influyen las antipatías, los prejuicios, los vetos, los rencores (lo anterior también se puede aplicar, con las lógicas matizaciones, a la elección de un alto cargo y/o a la expulsión-marginación de un trabajador).
Cuatro. Repaso mis archivos y me encuentro con proyectos que han tenido diversa fortuna: algunos fueron aprobados y otros se rechazaron. Compruebo que algunos de los que tuvieron éxito no eran magníficos mientras que algunos de los que se quedaron en el cajón sí lo eran. Mi experiencia confirma lo dicho anteriormente; en ocasiones me apoyaron porque les caía en gracia, mientras que otras veces algunos altos cargos no tuvieron tiempo para atenderme o, peor aún, me miraron con prejuicios. En ocasiones actué como algunos poetas y escritores: con actitud modesta fui llamando a diversas puertas para mostrar mis ideas y pedir apoyo, y terminé desilusionado (quizá por esas experiencias frustrantes ahora, en mi actividad profesional, me cuesta mucho emitir una evaluación y doy mil vueltas a cada propuesta).
Si a un modesto profesor como el que estas líneas escribe le ha sucedido lo anterior, ¿qué no les habrá pasado a profesores extraordinarios, a grandes científicos, a magníficos inventores, a geniales artistas, a personas con gran capacidad de pensar e imaginar? ¿No habría que valorar con mucho más rigor, cuidado e imparcialidad, todas las ideas que se presentan? ¿No convendría repasar los proyectos que se quedaron en el archivo?
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